CUARTO VIERNES DE CUARESMA EN SANTA ANA HUISTA
VII PARTE
Por Elder Exvedi Morales Mérida.
Fuente: Huista: un viaje a través del tiempo. Cuarto Viernes de Cuaresma, 1995.
Es
miércoles.
Clarea ya.
Los árboles juguetean con el rocío y se sacuden la somnolencia.
En el desfile hípico, tío Chema exhibe con orgullo su porte de jinete y luce
pantalón vaquero, cincho de cuero, con
hebilla en figura de caballo, camisa a
cuadros, botas con espuelas chapeadas de
oro y un sombrero texano, sin faltar la pistola al cinto.
Su hermoso caballo andaluz blanco marcha con maestría
y hace pasos laterales, se echa y se acuesta para levantarse con elegancia;
saluda al púbico levantando una pata delantera, respondiendo a la
perfección a los movimientos del fuete
que tío Chema maneja con destreza.
Tío Chema y Albo reciben nutridos aplausos y la
admiración de la gente.
Asimismo, lucían sus alazanes otros santanecos como Jorge
Lemus Mata, Alberto Lemus, Abraham Morales, Francisco
Morales,
Eladio Lemus Mata, José Enrique Lemus, Guillermo
de Arcia Mérida, Jacobo de Arcia, Javier
de Arcia Matamoros, José Bernardino Morales Lemus, Timoteo
Morales,
Tranquilino López, Raúl Peláez
Escobedo,
Brígido Peláez, Úrsulo Herrera, Toribio López, Filomeno
Hernández Domínguez, José Ramón Hernández, Ismael Escobedo, Miguel Matamoros, Ángel Escobedo, Cristóbal Peláez,
Esteban Antonio Castillo, entre otros.
Los desfiles hípicos son muy esperados, pues los
ganaderos exhiben lo mejor de sus caballerizas.
Cuando de pronto aparece don Posh o Próspero Morales,
montando en un burrito, cayéndose de borracho, todos ríen a carcajadas.
-No se burlen señores, porque estos animales nos
ayudan en mucho-, argumenta.
Apareció don Abraham Morales, padre del famoso don Posh, montando un
bonito caballo bermejo. Brillaba su pelambre sudoroso. Era admirable la
destreza con que manejaba el inquieto ejemplar. Trotaba con elegancia, y lo
hacía girar sobre las patas traseras, con singular maestría. Hacía los cambios
con facilidad, del paso al trote, del trote al galope, luego en forma brusca
detenía la marcha y separaba en dos patas.
En el Huisteco, edición de ese día, de podía leer la siguiente nota
informativa: “Con la presentación de más de 100 ejemplares pura sangre y
criollos, montados por diestros jinetes, se llevó a cabo el desfile hípico con el que se cierra la
famosa Feria de Cuarto Viernes de Cuaresma en Santa Ana Huista, con el cual se puso de manifestó la calidad y
fortaleza de la ganadería equina del país.
También se pudo ver a una gran cantidad de niños y adolescentes
montados en briosas monturas, mientras que vaqueros de las haciendas ganaderas
de la región se presentaron con sus caballos criollos, que utilizan en su
trabajo de vaquería”.
Las dos ruedas de chicago: una grande y la otra pequeña, están siempre
activas. El carrusel, los chingolingos, no son
la excepción. Chillidos de
cohetes, voces de campanas, se suman a la algarabía. Desde muy temprano, las
calles son casi intransitables. El
perfume siete machos embriaga a todos. El gran bullicio de la fiesta retumba en
la boca de las montañas.
El sol tras las serranías se despide muy triste del ambiente festivo.
Chinamas. Zarabandas. Juegos mecánicos. Quema de
fuegos artificiales en el atrio de la iglesia. Misas, palo ensebado. Venta de
toda clase de baratijas. Juegos de azar: dados grandes, chingolingos, argollas,
tiro al bote… ¡Es Cuarto Viernes de Cuaresma!
Está alegre.
A la parroquia no le cabe ni un alma más, está a
reventar.
El olor de la cera es fuerte.
La iglesia se
colma de gente.
Se queman
grandes cantidades de cohetes de vara.
Los bailes de
la Conquista, el Torito y del Venado le dan su toque especial, como dice el
humorista Salomón Salazar.
Por Elder Exvedi Morales Mérida.
Fuente: Huista: un viaje a través del tiempo. Cuarto Viernes de Cuaresma, 1995.
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