CUARTO VIERNES DE CUARESMA EN SANTA ANA HUISTA
XV PARTE
Por Elder Exvedi
Morales Mérida.
Fuente:
Huista: un viaje a través del tiempo.
Cuarto Viernes de Cuaresma, 1995.
-Estos canarios me dan mala espina-, dice tío
Chema. Les voy a contar lo que sucedió el año pasado, durante esta fiesta…
-Okey-, responde John.
Y Juan de Dios también dice estar de acuerdo.
-Resulta que Juan Huista, Pedro Ixim y mi
ahijado Eleodoro salieron a echarse unos
tragos, cuando vieron a los mentados pajaritos en una jaula…
-A mí me impresionó ver a unos pajaritos que salían de
su jaula y con su piquito sacaban un papelito, que tomaba un señor y leía lo
que tenía escrito, que era la suerte de quien la pedía-, diría después Pedro
Ixim, durante el velorio...
-Probemos suerte muchá-, sugirió Juan Huista.
-Orale-, respondieron.
Le pagaron al encargado de este trabajo. Las aves salieron
de su jaula y comenzaron a desarrollar su oficio. Juan fue el primero en leer
lo que decía su papelito y, entre otras cosas le indicaba que: “Pronto tendría
buenas noticias de su íntimo amigo que se encontraba lejos”.
Y rieron.
A Pedro Ixim le decía que: “Las cosechas serían muy
buenas y que pronto sería abuelo¨.
Y volvieron a reír.
Le tocaba a Eleodoro leer su suerte, y al
desenvolverlo con cierta incertidumbre, leyó. “Estimado amigo, lamentamos
decirle que sus días terminarán en los cuernos de una vaca”.
Eleodoro estaba
impactado por lo que decía el papelito.
Los padres de Eleodoro
se percataron de que algo andaba
mal. De tanto insistir, decide contarles a sus tatas la razón
de su preocupación.
-No te preocupés mijo, son puras babosadas-, le
aconsejó su madre, doña Chon.
-Tu mamá tiene razón mijo-, intervino don Cleto, su
progenitor-, esas son puras burradas que la gente cree. Mirá pué lo que pasó
cuando aquel pastor evangélico dijo que ya venía el fin del mundo, que nos arrepintiéramos y que compartiéramos todo lo que teníamos,
y muchos atarantados le creyeron,
vendieron casas, terrenos, coches,
burros y hasta ropa, y todavía estamos vivitos y coleando, y los zopencos se
quedaron sin nada.
Pero el pobre Eleodoro vivía con la incertidumbre. A
la hora de acostarse, las horas las pasaba en vela, pues al solo cerrar los
ojos veía a una vaca que se le tiraba fieramente.
Al fin de tantos, el sueño lo vencía y se quedaba
dormido. De repente se encontraba en
cualquier potrero mío, completamente bien despejado, cuando se le aparecía una
temible vaca recién parida. A punto de ser corneado estaba,
cuando despertaba.
Inmediatamente saltaba del tapesco, buscaba la cajita
de fósforos y luego encendía un tiznado candil.
-Púchicas, así murió corneada una pobre señora de
Tabacal-, pensaba.
Lo curaron de susto. Lo llevaron con brujos y
espiritistas y nada. Todo empeoró.
Una de las tantas noches de insomnio, Eleodoro escucha
el canto peculiar de la lechuza. Ello lo inquietó más. El mismo canto se dio la
noche siguiente, la siguiente y la siguiente.
Y recordó que el canto de la lechuza es un aviso de
mal agüero.
Una noche, llegó mi compadre Posh.
-Buenas noches compadres-, saludó.
Y ellos respondieron: Buenas noches compadre.
-Les traigo la cabeza de la vaca que se me embarrancó
allá en Guachipilín-, dijo.
-Gracias.
-Muchas gracias.
Posh colocó la
cabeza de la vaca en el suelo, y después de beber café y charlar por buen rato,
se marchó.
Y la noche se puso más negra.
Horas más tarde, Eleodoro entra.
Se dispone a cerrar la puerta. Unos pasos había dado,
cuando en aquel silencio se deja escapar un estremecedor grito, lo cual sobresalta,
tanto a su padre como a su madre, quienes al tener la luz del candil se dan
cuenta del espantoso espectáculo: Eleodoro había tropezado con la cabeza de la
vaca y cayó embrocado, donde lo recibieron los cuernos puntiagudos, los que se incrustaron en la
parte abdominal.
Eleodoro no
respondía, solamente dejaba escapar unos tristes lamentos.
La sangre que brotaba del cuerpo enclenque de Eleodoro
va poco a poco inundando el espacio.
A él estaba prendida la cabeza de aquel animal. En
breve, Eleodoro había dejado de respirar.
La noticia corrió tan veloz, como agua en pendiente.
Al momento, el ranchito estaba abarrotado con todos
los vecinos de Huista.
En los rostros se reflejaba la tristeza y se
apreciaban rodar las lágrimas.
Pero pasemos a otras cosas alegres.
-Está bien, como usté diga.
-Una de las primeras marimbas que llegaron a
amenizar los bailes, fue la “Palacios”, siendo su director-fundador el eximio
compositor e intérprete huehueteco, don Gumersindo Palacios, autor, entre
otras, de Lágrimas de Thelma-, dice tío Chema.
-Es bueno conocer la historia-, argumenta
Juan de Dios.
-Sí, pero qué calor tan chiflado; mejor
echémonos otras frías, pretexta tío Chema.
-Okey.
Y siguieron tomando.
CUARTO VIERNES DE CUARESMA EN SANTA ANA HUISTA
XV PARTE
Por Elder Exvedi
Morales Mérida.
Fuente:
Huista: un viaje a través del tiempo.
Cuarto Viernes de Cuaresma, 1995.
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