CUARTO VIERNES DE CUARESMA EN SANTA ANA HUISTA
XVII PARTE
Por Elder Exvedi
Morales Mérida.
Fuente:
Huista: un viaje a través del tiempo.
Cuarto Viernes de Cuaresma, 1995.
Ese día, el palenque estaba a reventar.
El calor apretaba. Había mucho calor, buen pretexto
para consumir cerveza.
-La cerveza las vende bien fría don Telo, porque desde
la mañana las mete al río-, dijo Pedro Ixim.
-Sí, es cabrón don Telo, y las amarra con pitas para
que no se vayan. Ricas, las benditas cervezas, y con mayor razón porque el agua
de nuestro río es heladísima-, comentó Juan Huista.
-Pero hay cabrones-intervino tío Chema-, que le han
hueviado, pues se meten al río, se van bajo de agua, y nadie se da cuenta.
-Todo lo bueno que nos da el río Huista, y muchos
hijuecienmilputas lo están haciendo mierda. Tristemente a pocos nos importa-,
se lamentó Juan Huista.
-No hay mejor refrigerador que nuestro río, nuestro
bendito río que, como dice Juan Huista,
lo están jodiendo-, agregó tío Chema.
-Andan diciendo que don Filomeno Hernández Domínguez
va a traer la primera refri-, comentó
Zacarías.
-Eso me contó-, respondió tío Chema.
Y agregó: -Don Meno es muy sheca.
“Había zarabanda. Era muy alegre. Yo fui a una que se realizó en la
galera de don Octavio, apodado Octavo, por ser cliente del aguardiente llamado
Indita. Allí también los danzantes formaban dos ruedas en las que podrían
bailar los que habían pagado previamente los “guantes” o sea las cuotas, ya
fuera por día o el paquete, como hoy dicen, por todos los bailes de la fiesta,
según lo que se hubiese convenido con los empresarios esto es los organizadores
de los mismos. Con frecuencia, y según el grado de entusiasmo prevaleciente entre
los danzantes, el baile se reanudaba en el salón municipal a partir de las ocho
de la noche”, escribió años después, Juan de Dios.
***
Y llegó el viernes, el mero día, como dicen en el pueblo…
Amaneció con un sol espléndido.
Es viernes, por la mañana, y la resaca les
martilla todo…
-Mija, preparame un caldo de
huevos
-¿Qué tal de goma tío Chema.
-Jodido vos Juan de Dios. ¿Y
vos?
-A mí no me da goma, solo un
dolor tremendo de cabeza, una tembladera, y sueño que tengo mucha sed, que me trago todo el río Huista. Ja, viera
usté, tan feo que se ve el río: todo seco, sin una gotita de agua.
-No seas chiflado. ¿En verdad
están bien?
-Rejodido tío.
-Solo que nos hagan un caldo
de huevos con apazote y sus siete granitos de sal, y vamos a echarnos un par de
cervezas para controlar la goma.
-Como dicen: un clavo saca
otro clavo.
-Parecen burradas, pero es
cierto…
A las nueve llegaron a la
cantina de doña Chabela, una de las amantes de don Posh. Amante, querida, la
otra o la puta, que es lo mismo.
-Miren, eso de los futillos, tiene su historia-, dice tío Chema,
mientras observan a buena cantidad de niños jugando.
-¿Cuál es tío Chema?-, pregunta Juan de Dios.
-Es muy interesante. Era 1936, Alexandre Campos Ramírez, mejor conocido
como Alejandro Finisterre, de 17 años, vivía en Madrid, España. Del cielo cayó
una bomba que lo atontó. Aunque pudo haber muerto, solo quedó cojo un tiempo,
de no ser por esa herida nadie jugaría futillo en las ferias.
Según él mismo mi relató, fue llevado a Montserrat, donde un hotel se
convirtió en una extensión del hospital para menores desplazados por la Guerra
Civil Española. En aquel refugio jugar fútbol era cosa de todos los días,
excepto para los niños mutilados o heridos como él. Fue ahí donde nació la
idea. Si ya existía un tenis de mesa, ¿por qué no un fútbol de mesa?
Hizo los planos, y junto a un carpintero crearon el primer futillo.
Certificó que era una invención suya, pero un supuesto amigo se le adelantó
para comercializarlo en Francia. Finisterre intentó iniciar una guerra de
patentes, pero el franquismo triunfó en su país y él, como republicano, se
exilió.
Primero en Ecuador y luego, en 1954, en Guatemala. Fue en la ciudad
capital, en una juguetería llamada Campos Ramírez y Compañía, donde perfeccionó
su invento, cambió el balón de corcho de madera por uno de caucho y empezó a
comercializarlo.
-Todo tiene su historia, todo, todo-, argumenta Juan de Dios.
-Así es, hasta lo más pequeño puede convertirse en un océano si lo
vemos con los ojos del corazón.
-Eso suena chilero tío Chema-, halaga Pedro Ixim.
Y tío Chema ordena: Doña Chabela,
otra tanda por favor.
-Con gusto tío Chema.
-Nos vamos a poner a talega otra vez-, apunta Juan Huista.
-Por eso no te preocupés mijo, porque cuando hay pisto, hay que darle
gusto al cuerpo-, replica tío Chema.
CUARTO VIERNES DE CUARESMA EN SANTA ANA HUISTA
XVII PARTE
Por Elder Exvedi
Morales Mérida.
Fuente:
Huista: un viaje a través del tiempo.
Cuarto Viernes de Cuaresma, 1995.
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