martes, 21 de marzo de 2017

CUARTO VIERNES DE CUARESMA EN SANTA ANA HUISTA XVI PARTE Por Elder Exvedi Morales Mérida.


CUARTO VIERNES DE CUARESMA EN SANTA ANA HUISTA   
XVI   PARTE
                                                            Por Elder Exvedi Morales Mérida.

Fuente: Huista: un viaje a través del tiempo.  Cuarto Viernes de Cuaresma, 1995.


Desde la madrugada del jueves comenzaron a tronar las bombas pirotécnicas, los cohetes de vara que subían al aire soplando chorros de humo, ensordecían los oídos del pueblo. Luego la misa mayor a la que asistieron.

Las calles atestadas de gente. Se abrían paso a empollones y codazos. Rockolas a todo volumen, altoparlantes de lotería. En el atrio de la parroquia, el Baile del Torito.
-¿Qui´bole mano?
-Bien a tusa usté.
-Eso es bueno. No chupar cuando es fiesta, es pecado.
-Si usté.

“El pueblo  festeja con ruido y pólvora. Es día de misa. El incienso huele sabroso  y  la procesión nos renueva. Es día de asueto, de feria y de estreno.
Del lejano Totonicapán llegan los alfareros de loza pintada, hombres que traen cargando  sus productos dentro de enormes cacaxtes hechos de tul. Envuelta con el mayor de los cuidados, entre colchones de hojas de pino, traen un extenso surtido de loza vidriada y pintada: candeleros, platos, escudillas redondas para el atole, batidores con adornos de flores y soles en donde se acostumbraba a tomar el chocolate en leche o el espumoso batido. Guitarras y guitarritas; jícaras pintadas de nig, sombreros, productos de jarcia, juguetes y toda una extensa variedad de productos. Es día de misa, de estreno.
En la feria hay muchas novedades y atracciones, siendo muy relevantes las transacciones comerciales y ganaderas que se realizan  como la compra-venta de ganado caballar y vacuno.
Para los moradores de Santa Ana Huista, la llegada de la feria es todo un acontecimiento.
Entre las actividades más frecuentadas y gustadas  está el cinematógrafo. Acondicionado en una gran carpa blanca, el cine era toda una novedad para los visitantes de la feria, especialmente para los aldeanos. Las personas se sentaban en aquellas salas de cine improvisadas, con bancas prestadas de la escuela, a ver las maravillas de las películas mudas.
Todo es alegría. Hay loterías, platillos típicos, dulces, frutas y panes; juegos de azar, zarabandas.”, escribiría Juan de Dios, años después. 


A las nueve de la mañana  del jueves, principiaron a llegar los gallos. Algunos los llevan en jaulas metálicas; otros, enrollados en petates de tamaño especial.
Los jugadores portan sus navajas en unas cajitas negras. Los de poco dinero las llevan envueltas en gasa de vendar heridas.

-Mirá a ese, lleva su bolsita de chile chiltepe, para que el gallo coma minutos antes de las peleas, así se ponen más cabrones   y luchan hasta la muerte-, señaló Zacarías.


El redondel del patio de pelea está todo pringado de manchas de sangre coagulada y lleno de plumas pequeñas, cuando con  navajas les rasuran  las entre piernas.

Una galera de paja, es el improvisado palenque, con galería y luneta en torno al redondel; al centro, la arena donde los gallos pelean.    El juez,  un gallero internacional, oriundo de Chiquimula.

Vuelan los billetes de a cien quetzales a favor del gallo mexicano. El ambiente tenso y alegre…
Las  apuestas en torno al anfiteatro, se pactan a gritos. 

Ajustada la navaja de media, le toca la suerte de ser el primero en exhibir su gallo en la arena.
Lo hace caminar sobre la ensangrentada arena para poder observar si la botana ajustada con finas amarras a su pata izquierda no le aprieta.

Inicia la palea, la cruenta pelea.

Don Tiófilo  se pone nervioso. No le está yendo bien, por el momento… 
Pobre el gallo, dicen unos. Ya se había desplumado el pescuezo y le chorreaba sangre de la cabeza.
Se habían arrancado pedazos de cresta a picotazo limpio.  La sangrienta riña era tan enconada, que se caían sin soltarse.


-¡Gana el gallo giro! Gritó.

“Apuestas para la siguiente pelea”.

Don Clodomiro estaba cantando las jugadas.

-¡Próxima jugada: el gallo barcino de tío Chema, contra el gallo negro de don Cayetano. La apuesta base es de cien quetzales…!

-¡Púchicas, qué pistarrajal!-, gritó Vicente.
-¡Cállese la jeta compa, que tío Chema tiene hasta pa tirar pa´rriba!-, refunfuñó Pedro Ixim.

A las once se anunció la pelea principal: de un lado, tío Chema sostenía en su brazo, acariciándole la cola,  a un gallo barcino; del otro lado,   don Cayetano, sacaba su mejor carta.

Los amarradores colocaron las navajas relumbrantes de tanto filo.

Los dos gallos   dieron saltos, y el gallo de don Cayetano  le hundió la navaja al contrincante.

-Jo, qué vergazo.
-No sea destrompado compa.
-Dan nervios compa.
-Usté es trompudo y diciendo destrompadas, se ve más trompudo.


Cayó moribundo el gallo de tío Chema. En ese instante, el gallo de don Cayetano se le acercó, y el gallo agonizante se dio media vuelta y con un salto inesperado, le ensartó la navaja,  en el mero centro del pecho.

Un borbollón de sangre, y dobló pico en cuestión de minutos.

-¡Puta, qué pelea!-, gritó Pedro Ixim.
-Siempre gana don Chema porque tiene pacto…dijo un sujeto.


Cuando iban a los palenques, Juan Huista le ayudaba a tío Chema a llevar sus utensilios guardados con sumo cuidado: navajas de todo tamaño, botanas, vainas, hilos, cintas de aislar.




CUARTO VIERNES DE CUARESMA EN SANTA ANA HUISTA   
XVI   PARTE
                                                            Por Elder Exvedi Morales Mérida.


Fuente: Huista: un viaje a través del tiempo.  Cuarto Viernes de Cuaresma, 1995.

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