CUARTO
VIERNES DE CUARESMA EN SANTA ANA HUISTA
VI PARTE
Por
Elder Exvedi Morales Mérida.
Fuente: Huista: un viaje a través del
tiempo. Cuarto Viernes de Cuaresma,
1995.
***
Días antes, buena cantidad de católicos
fueron a las cercanas montañas a traer
la flor del ek´. Cuando
llegaron al atrio de la parroquia, las melodías de la marimba Celajes de mi
tierra anunció la llegada, y un anciano gritó a todo pulmón:
-¡Ya llegaron las flores!
Y volvieron a estallar los cohetes de vara.
Cada hombre que llevaba su manojo de flores, las entregó
ceremoniosamente a una anciana que, vestida de blanco, las tomaba, besaba y
colocaba en un lugar especial.
La anciana, al recibir cada manojo, alzaba los ojos al cielo y decía:
“Bendita la Madre Tierra que nos da lo mejor de sí, y gracias a Tata Dios
porque es el creador de todo lo que existe”.
Adornaron la iglesia. Con esa increíble cantidad de flores. Pusieron
las cortinas más elegantes y mejor planchadas. Todo fue arreglado con puntual
meticulosidad.
Los recamados, terciopelos, orlas, aureolas, y todos los ornamentos de
los santos fueron motivos de limpieza y renovación.
***
Amaneció.
Clarea ya el alba.
Vienen de Comalapa, Chiapas, México, provistos
de incienso, candelas de diversos colores y olores, rosarios, ofrendas
económicas, manzanilla y más…
Vienen de muchas partes de Guatemala, y de otros países.
Después del largo y agotador viaje, llegaron al lugar
denominado El Pie de la Virgen, en el umbral de la aldea El Tabacal.
-Todo peregrino debe purificarse-dijo don Lolo, muy ceremonioso.
Aquí-continuó-, es El Pie de la Virgen. Vean en esa
piedra la huella de la patrona Santa Ana
y de esa herradura. Según cuentan los tatas, aquí veían siempre rezando
a la virgen Santa Ana que era acompañada de san Joaquín y de su hija María, la
madre de nuestro Señor Jesucristo.
En el mencionado lugar, los romesistas hicieron una tregua. Rezaron algunas
oraciones de su devoción y se sacudieron con ramas de arbustos que luego depositaron
alrededor de la cruz de palo demora que estaba a un lado de las huellas.
-Esto de sacudirse los pies se hace siempre que vemos
una cruz, como la que está después de la
aldea Monajil, camino a San José El Tablón, donde está el matapalo
grandote, y desde donde se mira la
piedra Mona, donde estuvo de primero el pueblo.
Uno se sacude para limpiarse, para dejar el cansancio, y luego se
colocan esas ramas al pie de la cruz-, agregó don Lolo, amigo de tío Chema.
Posteriormente continuaron su viaje hasta llegar a su
destino: Santa Ana Huista, “El Valle del Maíz”.
-Salimos a pie de Comalapa hacia Huista a cumplir una
promesa: Visitar a Jesús Nazareno, en agradecimiento por muchos favores. Con antelación al viaje, mi mamá me preparó el bastimento, consistente en: huevos duros,
frijoles fritos, tortillas, un puño de sal y un tecomate con agua. La caminata
la hicimos por extravíos-, dijo a un reportero del periódico El Huisteco, una
joven mujer.
Como siempre, muchos católicos tendieron petates desde
la cruz, en la entrada del pueblo, donde
se yergue una ceiba, hasta la puerta de la iglesia, tejiendo una alfombra que
permitía a los peregrinos llegar de rodillas hasta los pies de la imagen de
Jesús Nazareno que data de 1605, aunque don Filomeno Hernández dice que de 1604.
Quizá el tiempo nos dé respuestas… Toda
la Calle Real estaba adornada con hojas
de pacaya, ramas de sabino, pino y pétalos de rosas fragantes.
-La fiesta comenzó mucho antes, tan es así, que ya
nadie se acuerda, pues desde que trajeron la sagrada imagen de Jesús Nazareno y
empezó a hacer milagros, los romeristas comenzaron a venir desde muchas
partes-, comenta tío Chema.
-Es cierto lo que dice papá- testifica Rufina-, la devoción hacia la imagen es muy grande,
pues le atribuyen milagros de sanación.
En 1890, cuando era alcalde tío José María Lemus, se “declara”
la fiesta de Cuarto Viernes de Cuaresma,
aunque los romeristas llegaban desde la época colonial, según los “decires” de
los ancianos, que nos mantienen atados a nuestras profundas raíces…
En El Huisteco se publicó el siguiente testimonio de uno de los tantos
romeristas: ““Yo comenzó a venir desde que era chamaco. Y mi papá dejó de venir cuando murió, cuando
él tenía 80 años de edad. A pesar de su edad y su salud
maltrecha, él proseguía firme en
condición de romera y para tal finalidad,
sin falta alguna, los preparativos incluían dos pares de caites de suela
de hule y desde luego el bastimento en sus alforjas contenía: carne, cecina,
tamales de maíz, frijoles fritos y tayuyos, además buena provisión de pixtones
y suficientes tortillas. Y es que no podíamos faltar porque le teníamos fe a
Jesús Nazareno y porque mi bisabuelo había nacido en este pueblo.
Mi papá era muy católico, como lo fue mi mamá, que murió durante un
parto. Recuerdo a mi señor padre que frente a Jesús Nazareno solía permanecer
de rodillas, ajeno a ocupar una banca para el necesario descanso. Era increíble
su fe. Sin siquiera parpadear, con la vista fija, rezaba. Hizo varias visitas a
la imagen del arte imaginero de la época
colonial”.
Evoquemos a los comerciantes
de nuevo…
Los primeros
comerciantes se alojan debajo de las dos
enormes ceibas que se yerguen en el corazón del pueblo, en derredor de la
iglesia y de otras calles y avenidas céntricas.
Algunos de los primeros
comerciantes fueron-dice don Filomeno Hernández Domínguez-: Faustino Martínez,
Simón Gómez, destazador de marranos;
Felipa Morales, vendedora de ropa;
Francisco García, primero en traer la lotería; Modesto Argueta, vendedor
de ropa; Antonio Gressi, toneco, importador de ropa. Comedores: Vidaura. La hija era Elodia. Don
Esteban Bax, con su venta de güilos. Don Benito vendía dulces y chicles. Juan
Pérez, vendía ropa y zapatos. Don Bartolo Pérez, pimienta y otras
especias. Rosalio Pérez, jarrillas de
lata, lazos, especias. Pablo Ixcoy, ropa, zapatos, dulces, baterías, chicles,
botas de hule y tarugos, o zapatos deportivos. Vicente vende juguetes, canastas, carritos de madera. Traía ingeniosos juguetes fabricados de madera
decorados con vistosos colores; los más populares eran los carritos, camiones,
trompos y pitos de barro.
Otro negociante era don Félix Sontay.
-Comales, jarrillas de lata, piedras de moler, tecomates, jícaras…
La fiesta da inicio mucho antes, pero durante el
Segundo Cuarto Viernes de Cuaresma, la alegría ya inunda todo.
Es en este día cuando se realiza la entrada de velas y
flores a Jesús Nazareno. Los católicos
se congregan en el campo de fútbol y se encuentran con peregrinos mexicanos,
quienes entregan una réplica en miniatura de la imagen de Jesús Nazareno a la
iglesia. Se encamina la multicolor y sonora procesión para el templo,
acompañada de música de tambor y chirimía, marimba y de pregones de bombas.
Asimismo, de velas, incienso y flores.
Y de cánticos, por supuesto.
Durante el trayecto se rezan las 14 estaciones del
Santo Viacrucis.
En el atrio, las
infaltables ventas de artículos religiosos.
Dos muchachas indígenas tienen a la venta sendos manojos de
manzanilla.
Los fieles católicos compran, y luego de ser
bendecidos los manojos de manzanilla por el
sacerdote y puesta a los pies de la imagen, la llevan con gran júbilo a
sus hogares para ser utilizados como remedio casero, como bálsamo.
La novena dio inicio el lunes de la semana del Tercer
Viernes, y concluyó el martes de la feria.
-Para llevar a cabo los rezos-dice Luisa-, se cuenta
con las Capitanas de la Fiesta de Cuarto Viernes. Cada capitana tiene a su
cargo un día de la novena. Ellas proveen las bombas y de todo lo necesario.
Luisa guardó silencio y luego señaló:-Miren, Ahí
vienen algunas capitanas.
Efectivamente, divisaron a algunas capitanas: Rufina
Castillo Rivas de Morales, a las
hermanas Ester y Eluvia Lemus Matamoros; Florinda Lemus de Castillo, Carmen
Matamoros Lemus, Evelia Castillo López, Casimira López de Lemus, Natividad
Morales de Lemus, Asunción López Lemus, Manuela López de Castillo, y Eusebia
Lemus López.
Sucedió algo curioso, para algunos…
Los peregrinos obsequiaron sendas túnicas a la imagen.
La imagen las vistió durante poco tiempo, pues luego las recortaron y tomaron
con regocijo los jirones o trozos de tela.
-Estas reliquias las conservan en sus hogares,-explicó
Luisa.
-Mi papá y mucha gente-agregó Luisa con cierto
orgullo-, le han obsequiado a Jesús
Nazareno túnicas bordadas con hilos de oro, elaboradas en los talleres de
Antigua Guatemala. Por cierto, hablando
de túnicas, dicen que cuando Miguel Ángel Asturias ganó el Premio Nobel de Literatura,
mandó una. Y cuando Rafael Carrera pasó por aquí, pasó besando los pies de
Jesús, y le regaló una túnica de color verde. Pero uno no sabe si es cierto o
no, porque aquí, abundan los tigüileros…
Por la noche, se reunieron en el corazón del pueblo, donde se erguían dos antañonas y
legendarias ceibas, para participar en
los bailes amenizados con marimba, y a
la luz de fogatas de ocote.
Esa noche hubo cuatro bailes simultáneamente en
jacales improvisados. Amenizaron las marimbas Tecún Umán, del toneco Isaías
Camposeco, la de don Bernardino Herrera,
la de don Gregorio Vicente y la de los “Cashpares”.
Era impresionante ver cómo
realizaban los bailes con marimba sencilla o diatónica, en los humildes jacales.
La marimba de sones, de los todosanteros, prodigaba su
música en el atrio de la parroquia.
Muchos años después, John escribiría en sus memorias: “Asistí a una
fiesta muy alegre, pero muy alegre, a la que un extranjero pudo asistir jamás”.
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