San
Antonio: haceme un milagrito
FUENTE: Huista: Un viaje a través
del tiempo. Elder Exvedi Morales Mérida. 1994
A las
doce y media, doña Elena llamó a los hombres para el almuerzo.
-¡Chema,
Juan de Dios y John, ya está el almuerzo!
-Ya
vamos mujer, pero no grités, porque no estamos sordos-, respondió tío Chema.
Y
llegaron.
-Huele
muy rico-, dijo John.
-Es
pepián-, indicó Juan de Dios.
-Siéntese
pues, sino, ya no van a crecer-, dijo Luisa, entre risas, quien llevaba el
exquisito almuerzo.
Y
obedecieron.
-¿Qué
tal de día?-interrogó doña Elena.
Y John,
con muchas dudas, dijo: -En casa de María miré una repisa, según me dijo se
llama el pequeño mueble; y, en ella, una imagen de cabeza. Me parece algo raro…
-Ah,
usted se refiere a San Antonio. San
Antonio de Padua es un santo que tiene mucho trabajo-dice doña Elena-, ya que
se le hacen muchas peticiones, desde recuperar objetos perdidos, velar por la
salud, hasta encontrar el amor. Esta última petición es la que más se le hace.
Y peor en nuestro pueblo… Hay quienes aseguran que gracias a él encontraron a
su pareja. Por ejemplo, Nisha, hija de Zacarías, a sus 32 años nunca había
tenido novio, y durante tres meses iba a
la iglesia, para que el santo le
hiciera “el milagrito”. Esto sucedió hace siete años, encontró novio y
está casada y esperando a su séptimo
ixtío.
-Es muy
interesante-, dijo John.
-Así es
amigo. Yo conozco muchos casos- continuó doña Elena. En toda Guatemala se tiene
una tradición de religiosidad y devoción a San Antonio. Durante su día, las
familias se acercan a su parroquia para
pedir por sus seres queridos, pero aquí, cada uno tiene una santito en una repisa.
Se acostumbra rezarle una novena, colocarle velas y llevarle ofrenda para que
las patojas consigan un buen novio. Se acostumbra llevarle 13 monedas al santito y dárselas en
ofrenda, a cambio del favor solicitado.
Y miren pues: Si no funciona, el santo es puesto de cabeza. Esa es la
explicación pues. Eso se hace como una forma de castigo para el santo cuando no
cumple con una petición. No es de
extrañar pues que en muchas casas, las
muchachas tengan imágenes del santo, esperando que el amor toque a las puertas
de sus casas.
-Oh, ya
comprendo-, exclamó John.
-Muchas
personas que tienen su pistío le ponen
sus velas aromáticas, y hasta pócimas de
amor.
Y el
almuerzo, acompañado de una charla tan
interesante, se sintió más exquisito.
FUENTE: Huista: Un viaje a través
del tiempo. Elder Exvedi Morales Mérida. 1994
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