EL
ECLIPSE (Fragmento)
Fuente: Huista: Un viaje a través del tiempo.
Elder Exvedi Morales Mérida. 1995
Onomástico nació en Santa Ana Huista, en 1905.
De mediana estatura, complexión robusta, moreno
claro, cabello negro y lacio, facciones finas, de bigote recortado.
Fue considerado el primer astrólogo, aunque algunos
preferían llamarle “científico”.
Suena más calidá
así, argumentaban sus admiradores.
Fue él quien informó del eclipse que se acercaba.
Prepárense paisanos, porque se acerca un eclipse, iba
diciendo de esquina en esquina.
Entonces, algunas mujeres sumamente religiosas aconsejaron
de nuevo:
“Viene el fin del mundo. Vendan todo lo que tienen y
repartan el dinero entre los más pobres. Así San Pedro abrirá el portón del
cielo y podrán entrar”.
Y muchos así lo hicieron, como había sucedido años
atrás. Vendieron hasta lo que no tenían y repartieron el dinero entre los pobres, que para entonces
y, extrañamente, eran muchísimos…
Pero el fin
del mundo no llegó y los ingenuos terminaron en la calle…
Ese día-escribiría años después, Juan de Dios-, se
oscureció y el escándalo de tambores, botes, machetes, ollas conforme la luna iba haciéndose a cada momento más delgada
hasta casi desaparecer”
Esto lo hacemos-declaró un vecino al periódico El
Huisteco-, para ayudar al Sol. También para ahuyentar al chamuco y su corte que anda
suelto.
Las mujeres debían tener mucho cuidado, sobre todo,
las solteras. Pero más, las embarazadas,
pues debían protegerse al utilizar dos ganchos de ropa y
cruzarlos para formar una cruz; otras, prefieren pegar hilos rojos en la ropa
para evitar alguna malformación en los niños.
Tenés que usar calzón rojo porque estás embarazada,
le ordenaba doña Nila a su hija Semántica.
Bueno mama, lo que usté diga, respondía Semántica,
una joven indígena menor de edad, quien aseguraba que su embarazo o “valija”
era obra del espíritu santo.
A esta ixta, ni con cuchara se le saca la verdá, se
quejaba doña Nila.
En Santa Ana Huista se cree que si las mujeres no prestan
atención, los niños o niñas pueden nacer con una mancha roja o lunares, debido
a que la Luna reclama a sus hijos y los marca para diferenciarlos.
Ese día-recordaría después Juan de Dios- los
católicos quemaron los ramos bendecidos
del Domingo de Ramos por el padre Nisho. Hicieron ceniza con ellos, y pusieron
cruces en puertas, ventanas, gallineros
y establos. El padre Nisho-que era un
sacerdote gringo-, hizo cruces en la
frente de los animales y a las personas para su respectiva protección.
Como el eclipse fue total, casi todos rociaron sus
casas con agua bendita, para que, según ellos,
no cayera ninguna desgracia.
“Cuando comenzó a oscurecerse, los pollos, los
jolotes, los pájaros y todos los animales hicieron tremendo relajo. Pero más
relajo hicieron los chuchos. Qué chuchada por la gran chucha…”, decía Juan
Huista.
Y su compadre Pedro Ixim le secundaba: “Ni modo, si
la Luna y el Sol se estaban echando penca”.
Fuente: Huista: Un viaje a través del tiempo.
Elder Exvedi Morales Mérida. 1995
No hay comentarios:
Publicar un comentario