LA
ANCIANITA
FUENTE: Relatos dispersos. Elder Exvedi Morales
Mérida. 1997
La lluvia era latente.
La Sexta Avenida lucía
menos bulliciosa.
Y como no llevaba
paraguas, aproveché el tiempo y pensé hacer un alto en el camino para dialogar
conmigo mismo.
En la esquina de la
once calle, unas señoritas indígenas reventaban de risa al verse empapadas de
agua. Fue hasta entonces cuando alcé la mirada y la divisé…
Su cabello plateado,
los surcos de su piel morena, su mirada perdida, llamaron profundamente mi
atención.
De pies a cabeza,
mojada por la copiosa lluvia.
Sin embargo, continuaba
vendiendo golosinas. Nadie,
absolutamente nadie le dedicó una pizca de atención.
Yo, casi oculto, en la
entrada de un comercial, la escrutaba con la mirada, y el idioma universal de
la tristeza me aplastó la conciencia.
Al verse ignorada, tomó
un descanso y se dispuso a contemplar la lluvia como si a través de ella retornara al pasado cuando amó y fue amada.
La soledad y la carga emocional en su
rostro eran evidentes.
Cuando vi sus ojos anegados de lágrimas, redescubrí
que su pobre corazón estaba carcomido por el olvido. Y entonces el dolor, la
indignación y la impotencia me martillaron el espíritu al observar a esa
ancianita desprotegida, miserable, sola…
Pensé en el
anochecer lúgubre que pronto llegaría y
la encontraría mendigando.
En ese momento en que
imagino se dedicaba a escarbar en su pasado, se desangraba de llanto.
Sin esperármelo, me
miró con una expresión tan apesadumbrada que no soporté más, y me marché sin
importarme la lluvia.
Caminaba rápidamente y
me cuestionaba: ¿Y la realización de nuestros sueños de justicia social?
FUENTE: Relatos dispersos. Elder Exvedi Morales
Mérida. 1997
No hay comentarios:
Publicar un comentario