viernes, 11 de agosto de 2017

EL SOMBRERÓN

EL SOMBRERÓN
FUENTE: Huista: Un viaje a través del tiempo. Elder Exvedi Morales Mérida. 1994.

Hombre pequeño, vestido de negro. Su boca se hacía brillar más en la penumbra, porque su dentadura era de oro macizo, según los ancianos, que son quienes despiojan el tiempo…

Hubo una época en que comenzó a llegar todas las noches a enamorar a las jóvenes, sobre todo, a las de cabellera  larga.

Con el correr del tiempo, se dedicó a visitar a una hija de Pedro Ixim.

Esta situación inquietó a toda la familia. Algunas amistades se acercaron  con la intensión de prestar y buscar ayuda, porque, se había concluido que, todo era obra de el Sombrerón. 
Lo primero que se hizo fue cortarle su abundante y hermosa cabellera.

Cada día se ponían en oración al entrar la noche. Si no, nos friega a la patoja, justificaban.

Ella comenzó a marchitarse. Su ánimo había decaído. Ante esta situación, deciden buscar protección de Jesús Nazareno, a quien le ofrecen  de inmediato una visita, caminando a pie y descalza desde el Pie de la Virgen, lugar sagrado para los católicos que se ubica en el umbral de El Tabacal.

La peregrinación la emprenden de inmediato. Muchos vecinos deciden acompañarles, pero, al ir por Los Amoladeros- donde los campesinos afilaban sus machetes-, ante la incredulidad de todos, el corazón de la joven se apagó y allí, en medio del pesar e incertidumbre, regresan con el cuerpo de la muchacha, para velarla en su casa, en el cantón San José.

Al llegar, se  horrorizaron al ver sentado en la ventana al Sombrerón, que, en breve, desapareció, como por arte de magia.

-Cuando uno ve a ese mentadote hombrecito, es bueno orinar y con el bish, hacer siete cruces-, aconsejó doña Tulipana, una mujer que soñó en ser monja, pero pudo más el deseo carnal.  Ni modo, no es amargo, decía después, de broma en broma.

Depositaron cuidadosamente el  cuerpo inerte en un modesto ataúd en la sala de su casa, a donde llegó gente de todas partes a rendirle su último tributo, como se acostumbra en estos lares.
El féretro había sido un regalo de tío Chema, como sucedía casi siempre.

Muy cerca del amanecer del día siguiente, la caja donde yacía  el cuerpo  de la desdichada joven, sorpresivamente se movió.
Todos decidieron ver qué  sucedía.  Al acercarse descubrieron que   ahora estaba vestida con otra ropa: vestía un traje fino  de novia, y en sus manos sostenía un manojo de rosas rojas.

Y antes de sepultarla, al darle   el último adiós, descubrieron desconsolados que su cuerpo había desaparecido.
-Se la llevó el pinche Sombrerón-, dijo Pedro Ixim.

FUENTE: Huista: Un viaje a través del tiempo. Elder Exvedi Morales Mérida. 1994.


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