viernes, 17 de marzo de 2017

CUARTO VIERNES DE CUARESMA EN SANTA ANA HUISTA XV PARTE Por Elder Exvedi Morales Mérida.

CUARTO VIERNES DE CUARESMA EN SANTA ANA HUISTA   
XV   PARTE
                                                            Por Elder Exvedi Morales Mérida.

Fuente: Huista: un viaje a través del tiempo.  Cuarto Viernes de Cuaresma, 1995.



-Estos canarios me dan mala espina-, dice tío Chema. Les voy a contar lo que sucedió el año pasado, durante esta fiesta…
-Okey-, responde John.
Y Juan de Dios  también dice estar de acuerdo.

-Resulta que Juan Huista, Pedro Ixim y mi ahijado Eleodoro  salieron a echarse unos tragos, cuando vieron a los mentados pajaritos en una jaula…


-A mí me impresionó ver a unos pajaritos que salían de su jaula y con su piquito sacaban un papelito, que tomaba un señor y leía lo que tenía escrito, que era la suerte de quien la pedía-, diría después Pedro Ixim, durante el velorio...

-Probemos suerte muchá-, sugirió Juan Huista.
-Orale-, respondieron.

Le pagaron al encargado de este trabajo. Las aves salieron de su jaula y comenzaron a desarrollar su oficio. Juan fue el primero en leer lo que decía su papelito y, entre otras cosas le indicaba que: “Pronto tendría buenas noticias de su íntimo amigo que se encontraba lejos”.

Y rieron.

A Pedro Ixim le decía que: “Las cosechas serían muy buenas y que pronto sería abuelo¨.

Y volvieron a reír.


Le tocaba a Eleodoro leer su suerte, y al desenvolverlo con cierta incertidumbre, leyó. “Estimado amigo, lamentamos decirle que sus días terminarán en los cuernos de una vaca”.
Eleodoro  estaba impactado por lo que decía el papelito.


Los padres de Eleodoro  se  percataron de que algo andaba mal. De tanto insistir,  decide  contarles a sus tatas la   razón  de su preocupación.
-No te preocupés mijo, son puras babosadas-, le aconsejó su madre, doña Chon.

-Tu mamá tiene razón mijo-, intervino don Cleto, su progenitor-, esas son puras burradas que la gente cree. Mirá pué lo que pasó cuando aquel pastor evangélico dijo que ya venía el  fin del mundo,  que nos arrepintiéramos y  que compartiéramos todo lo que teníamos, y  muchos atarantados le creyeron, vendieron casas, terrenos,  coches, burros y hasta ropa, y todavía estamos vivitos y coleando, y los zopencos se quedaron sin nada.

Pero el pobre Eleodoro vivía con la incertidumbre. A la hora de acostarse, las horas las pasaba en vela, pues al solo cerrar los ojos veía a una vaca que se le tiraba fieramente.

Al fin de tantos, el sueño lo vencía y se quedaba dormido. De repente  se encontraba en cualquier potrero mío, completamente bien despejado, cuando se le aparecía una temible  vaca  recién parida. A punto de ser corneado estaba, cuando despertaba.
Inmediatamente saltaba del tapesco, buscaba la cajita de fósforos y luego encendía un tiznado candil.

-Púchicas, así murió corneada una pobre señora de Tabacal-, pensaba.

Lo curaron de susto. Lo llevaron con brujos y espiritistas y nada. Todo empeoró.

Una de las tantas noches de insomnio, Eleodoro escucha el canto peculiar de la lechuza. Ello lo inquietó más. El mismo canto se dio la noche siguiente, la siguiente y la siguiente.
Y recordó que el canto de la lechuza es un aviso de mal agüero.

Una noche, llegó mi compadre Posh.

-Buenas noches compadres-, saludó.
Y ellos respondieron: Buenas noches compadre.
-Les traigo la cabeza de la vaca que se me embarrancó allá en Guachipilín-, dijo.
-Gracias.
-Muchas gracias.

 Posh colocó la cabeza de la vaca en el suelo, y después de beber café y charlar por buen rato, se marchó.

Y la noche se puso más negra.

Horas más tarde, Eleodoro entra.

Se dispone a cerrar la puerta. Unos pasos había dado, cuando en aquel silencio se deja escapar un estremecedor grito, lo cual sobresalta, tanto a su padre como a su madre, quienes al tener la luz del candil se dan cuenta del espantoso espectáculo: Eleodoro había tropezado con la cabeza de la vaca y cayó embrocado, donde lo recibieron los cuernos  puntiagudos, los que se incrustaron en la parte abdominal.

Eleodoro  no respondía, solamente dejaba escapar unos tristes lamentos.

La sangre que brotaba del cuerpo enclenque de Eleodoro va poco a poco inundando el espacio.
A él estaba prendida la cabeza de aquel animal. En breve, Eleodoro había dejado de respirar.

La noticia corrió tan veloz, como agua en pendiente.

Al momento, el ranchito estaba abarrotado con todos los vecinos de Huista.

En los rostros se reflejaba la tristeza y se apreciaban rodar las lágrimas.



Pero pasemos a otras cosas alegres.

-Está bien, como usté diga.

-Una de las primeras marimbas que llegaron a amenizar los bailes, fue la “Palacios”, siendo su director-fundador el eximio compositor e intérprete huehueteco, don Gumersindo Palacios, autor, entre otras, de Lágrimas de Thelma-, dice tío Chema.

-Es bueno conocer la historia-, argumenta Juan de Dios.
-Sí, pero qué calor tan chiflado; mejor echémonos otras frías, pretexta tío Chema.
-Okey.

Y siguieron tomando.




CUARTO VIERNES DE CUARESMA EN SANTA ANA HUISTA   
XV   PARTE
                                                            Por Elder Exvedi Morales Mérida.


Fuente: Huista: un viaje a través del tiempo.  Cuarto Viernes de Cuaresma, 1995.

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