lunes, 18 de julio de 2016

LA FERIA PATRONAL (I)

LA FERIA PATRONAL (I)
Los cohetes  estallan sin tregua en los cerros titanes, y el tambor y  la chirimía charlan largo rato.  Prodiga la marimba  puñados de semillas, sonrisas y pétalos de flores celestes.  
Se acerca la fiesta patronal de Santa Ana, patrona de Santa Ana Huista.
Se oyen  los cohetes de vara desde la lejanía.  La música de la chirimía también retumba en las montañas. Las  Capitanas van de un lugar a otro preparándolo todo. Los cofrades también están en el trajín.                                        
La feria ya estaba a las puertas.
Se hicieron  velaciones en las aldeas con su correspondiente acopio de velas, flores, incienso, cohetes de vara y música de marimba y de tun.  Las novenas comenzaron nueve días antes del 26. Durante las nueve noches hubo  torito con marimba de sones en la plaza e iluminación con ocoteros y candiles.  Hubo procesiones con grandes manojos de candelas, de flores y de cohetes. Velaciones de las ceras que se habían efectuado en el pueblo y en algunas aldeas, ingresaban a la población para dirigirse a la iglesia, acompañados del repique de las campanas, echadas al vuelo y de la marimba de los Cashpares que iba de calle en calle, escribiría muchos años después, Juan de Dios.
Los lugareños abren sus puertas para recibir la bendición de las flores.
Huele a fiesta, a pino, a chicha, a tamales…
Los apastes, las tinas, las ollas grandes  y tiznadas están de nuevo en escena.
Una descomunal chotería anuncia la feria patronal. Las campanas llaman a misa desde las cinco de la mañana. Las puertas de la parroquia están abiertas de par en par.
Recuerdo  aquel  26  de julio 1957  cuando asesinaron a Carlos Castillo Armas, más conocido como Cara de Hacha, en el Palacio Nacional. Pobre ese presidente, solo fue un títere. Y era joven: tenía 42 años de edad.    Dos pistoleros al servicio del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo, le dispararon mortalmente al presidente Carlos Castillo Armas cuando este salía del comedor de la Casa Presidencial. Lo  recuerdo bien porque hacíamos los preparativos para  que, al terminar la fiesta, nos fuéramos a Comitán, doña Ester Lemus Matamoros, sentada en su butaca.
Huele a fiesta. A fiesta patronal.
Como sucede, se ha vuelto costumbre  estrenar ropa. Ya han instalado las ruedas de caballitos y de chicago y las sillas voladoras. Hay chinamas de ramas de caulote, roble y cedro y una galera grande para zarabandas, en donde se hacen los bailes populares.
Se han anunciado diversos actos: corridas de toros, peleas de gallos, carreras de caballos, disputas de fútbol y otros eventos.


FUENTE: Huista: un viaje a través del tiempo. Elder Exvedi Morales Mérida.                 Guatemala, 26 de julio de 1994.

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