LA
FERIA PATRONAL (I)
Los cohetes estallan sin tregua en los cerros titanes, y
el tambor y la chirimía charlan largo
rato. Prodiga la marimba puñados de semillas, sonrisas y pétalos de
flores celestes.
Se acerca la fiesta
patronal de Santa Ana, patrona de Santa Ana Huista.
Se oyen los cohetes de vara desde la lejanía. La música de la chirimía también retumba en
las montañas. Las Capitanas van de un
lugar a otro preparándolo todo. Los cofrades también están en el trajín.
La feria ya estaba a
las puertas.
Se hicieron velaciones en las aldeas con su
correspondiente acopio de velas, flores, incienso, cohetes de vara y música de
marimba y de tun. Las novenas comenzaron
nueve días antes del 26. Durante las nueve noches hubo torito con marimba de sones en la plaza e
iluminación con ocoteros y candiles. Hubo
procesiones con grandes manojos de candelas, de flores y de cohetes. Velaciones
de las ceras que se habían efectuado en el pueblo y en algunas aldeas,
ingresaban a la población para dirigirse a la iglesia, acompañados del repique
de las campanas, echadas al vuelo y de la marimba de los Cashpares que iba de
calle en calle, escribiría muchos años después, Juan de Dios.
Los lugareños abren sus
puertas para recibir la bendición de las flores.
Huele a fiesta, a pino,
a chicha, a tamales…
Los apastes, las tinas,
las ollas grandes y tiznadas están de
nuevo en escena.
Una descomunal chotería
anuncia la feria patronal. Las campanas llaman a misa desde las cinco de la
mañana. Las puertas de la parroquia están abiertas de par en par.
Recuerdo aquel
26 de julio 1957 cuando asesinaron a Carlos Castillo Armas, más
conocido como Cara de Hacha, en el Palacio Nacional. Pobre ese presidente, solo
fue un títere. Y era joven: tenía 42 años de edad. Dos
pistoleros al servicio del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo, le
dispararon mortalmente al presidente Carlos Castillo Armas cuando este salía
del comedor de la Casa Presidencial. Lo recuerdo bien porque hacíamos
los preparativos para que, al terminar
la fiesta, nos fuéramos a Comitán, doña Ester Lemus Matamoros, sentada en su
butaca.
Huele a fiesta. A
fiesta patronal.
Como sucede, se ha
vuelto costumbre estrenar ropa. Ya han
instalado las ruedas de caballitos y de chicago y las sillas voladoras. Hay
chinamas de ramas de caulote, roble y cedro y una galera grande para
zarabandas, en donde se hacen los bailes populares.
Se han anunciado
diversos actos: corridas de toros, peleas de gallos, carreras de caballos,
disputas de fútbol y otros eventos.
FUENTE: Huista: un viaje a través del tiempo. Elder Exvedi
Morales Mérida. Guatemala,
26 de julio de 1994.
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