YO NO QUERIA
CHUPAR
FUENTE: Relatos de Santa Ana Huista.
Elder Exvedi Morales Mérida. 1994
Yo no quería chupar, el guaro me da asco,
mucho asco. Muchas arrojadas y
gargajos verdes y amarillos habían en el suelo cuando me arrimé. ¡Ah púchicas!, qué botellal sobre
la mesa apolillada de cedro. Yo estaba bien jodido, no lo miento; la patoja que quiero, me dijo que no me hacía
caso porque yo era un muerto de hambre. ¡Ish!, lamido, empachado, burro
igualado, fue lo último que me dijo. Yo
no quería chupar, pero me fui a
arrinconar a la cantina esa... En el
suelo dormía el Chilino, a quien le habían dado su buena pijaceada por querer
manosear a la Chepa ,
hija de la dueña de la cantina “El Buen Tufo”. Buen tufo será la chingada, a
caite chamuscado apestaba. El jodido de
mi primo Cleto se empinó la botella de guaro de un cuentazo y me dijo: Vos Juan
Huista, chate un tu traguito. Yo no
quería chupar, se los juro por Diosito.
Cuerudo, tan lamido que sos, me dijo Cleto. Yo les rejuro que solo una vez me había
puesto bien a pichinga, pero con chicha.
La Chepa
me miraba con sus ojotes, que parecían dos brasas, pues nunca me había visto
chupar. El Chilino abrió los ojotes de
chucho jiotoso y la chotió bien. ¡Ayayay! Quiero chupar más, gritó el
Cleto. Me pidió una choca para comprar
otro octavito. Para que no digiera que
yo era un codo, le dí un quezal. ¡Jajajajaja! se rió y me dijo: ¡Guaro me exige
el esqueleto! ¡Uyuyuy!, Chepa, cara de
chancleta, dame cuatro octavitos más, ordenó el Cleto. Vaya a mandar a su casa huevón, lamido. Siquiera diga por favor, respondió la Chepa , mirándome de reojo. El marimbista de Cebas quiso tocarle una
chiche que casi se le salía, y ella le dio un su chipotazo en la geta y le
gritó: su leñaceada le voy a dar va ver pue.
Siguió torteando y el Cleto le dijo a Cebas, el marimbista: chingón
usté. Luego me peló los ojotes de burro
en bajada y casi gritándome, me dijo: parecés ishto. Vení, aplastate aquí. Yo obedecí y hasta quiso abrirme la trompa para que me hartara el
guaro. Agarré el octavito. Luego pensé
en la María y
por un cachito y lloro de la tristeza. Como
coche, me atoré el aguardiente. ¡Ayjuelá! Sentí caliente mis tripas, como si
tizones hubiera tragado. Yo no quería
chupar, pero de la cólera de que no me quería la María , chupé.
El pisto
que llevaba lo puse sobre la mesa y dije que yo invitaba. El marimbista quiso darle un pico a la Chepa y saber cómo diantres,
ella le dio un chuculazo en el hocico. Váyase a la chingada, le dijo, y me miró
toda chiveada. El Margotino, marido de
mi hermana Criolina, sacó todo el frijol y el pozol cuando arrojó en ese
ratito. Já, por poco y saco todo el chipilín que me harté.
Yo no
quería chupar, pero no sé rialmente qué chingados tenía fíjense ustedes.
Já, al Chilino cómo le apestaba la trompa y las patotas shucas.
Yo ya no le atinaba muchá. Creo que ya estaba bolo. La verdá es que por
un momento me sentí bien cálida. Por ratitos sentía que me daba vahído y me
hacía del macho. Estaba bien a
pichinga. A cada rato me sentía más
pior. El sonso del marimbista seguía necio. Quería darle un beso a la Chepa. Ella bien
brava, lo corrió a leñazos. El Cleto,
por decirle que no fuera arisca, recibió un su guamazo en la geta. Yo sólo miraba.
Yo no quería chupar, pero ya
me había zampado un octavo de indita.
Cuando miré el otro octavo, imaginé que la foto que tenía pegada el
envase, era la de la María ,
por eso, sin pensarlo, me lo atoré. ¡Ay, fregado! Pue, ái usté, sentí que era
agua de mi tecomate. Ah, tan dulce staba, que parecía melcocha.
Dejá de tomar Juan Huista, me
aconsejó chillando la Chepa. ¡Shó! No siás así, le gritó el abusivo de
Cleto. Vos estate quieto calentón,
baboso, empachado, cara de apaste, le contestó ella bien arrecha. No sea brava chula, le dijo el Chilino, levantándose
bien totoreco. Usté cierre la trompa,
le alegó ella.
En verdá, yo no quería chupar,
pero estaba muy triste, porque la
María me despreció.
A la Chepa se le estaba cayendo
el corte, por lo que el Cleto le ofreció: si quiere, se lo detengo.
¡Ay, qué abusivo y císnico es usté!, le gritó,
tirándole una bola de masa a la cara de
monolito. Yo la miré todo embrutecido, y el Chilino me dijo: vos sholco, dejá
de verla ansina, porque te va a salir escupelo.
En serio, yo no quería chupar
nunca, pero ahora estaba bien jodido ya.
De mi tanate saqué una foto de
ella. La besé y me puse a chillar.
Vonós, me dijo Cleto. No, ahora nos hartamos todo el guaro que
hayga, le dije chillando.
Un jarro de barro negro y
ahumado, estaba hirviendo en medio del fuego. Tenía mucha hambre. Me chillaban
las tripas. Chepa linda, le dije, denos
algo de comer. Ella muy chula y
pizpireta me respondió: con mucho gusto Juanito Huista.
A puro chipilín espantamos el hambre. Después seguimos.
Yo no quería chupar, pero
ahora estoy de cruda, una sequía de la gran diabla me está jodiendo.
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