LA FERIA PATRONAL DE SANTA ANA
HUISTA (XI)
FUENTE: Huista: un viaje a
través del tiempo. Elder Exvedi Morales Mérida. Guatemala, 26 de julio de 1994.
El palo ensebado es alto. Lo rodearon hombres que en vano trataban
de subirse. Como no podían treparse, se pusieron de acuerdo para ayudarse
dándose culas y compartir el premio. Así
que los más flacos iban de primero y los gordos los sostenían sobre sus
hombros. Varias veces intentaron y no soportaban tanto peso y se zafaban, y los de arriba, al no tener apoyo, se venían
abajo.
Hicieron otro intento. Poco faltaba cuando sucedió algo muy
gracioso: Suspiro, que estaba por coger el pañuelo, se tiró un pedo tan
hediondo, que todos se hicieron a un lado, y terminó al pie del palo.
¡Qué burro sos! -le increparon.
-Ni modo muchá, se me escapó-,
justificó.
-No seas burro, te vas a
malmatar-le gritó la esposa a su conyugue borracho, que no se da por vencido.
Y este respondió: Me quito un
huevo si no me gano el premio.
Y después de muchos intentos, Suspiro logró su afán.
¡Hay pisto pa chupar muchá!,
gritó, y los borrachos lo llevaron en hombros
a la cantina más cercana.
Volvieron los empleados
municipales a colocar otro premio en la
punta del palo ensebado.
Un grupo de borrachos
consuetudinarios intentó en varias ocasiones.
En vano el esfuerzo. Todos
estaban sudorosos y agotados.
-¡Háganse a un lado muchá,
partida de brutos!-, ordenó tío Chema.
Y comenzó a treparse. Se subía
tres metros y se venía abajo. Los aplausos le animaban. En otro intento subía cinco metros y se
deslizaba. Y así, poco a poco, perseverando, fue escalando cada vez un poco
más, hasta llegar a la mitad del itinerario.
Se había embadurnado de sebo todo el cuerpo.
La gente lo animaba. El siguió
ascendiendo.
Conforme se iba acercando a la
meta, la gente más se emocionaba. Cuando por fin llegó a la cima, cogió el
pañuelo con el premio y se lo puso en la boca. Y comenzó a bajarse.
Apenas puso un pie en tierra,
fue recibido con abrazos y más aplausos.
-Si el atarantado de Suspiro pudo, yo también puedo. Vénganse muchá, que yo
invito al chupe-, dijo.
Años después, Juan de Dios
escribió: “En mi pueblo natal, Santa Ana Huista o Huitz-taj, como los indígenas
le llaman, el 24 de julio se realiza la ceremonia del Palo Ensebado, la cual
consiste en que de un bosque cercano cortan el árbol valerio, de unos 20 metros
de largo por 40 centímetros de diámetro, y lo llevan cien hombres, en
procesión. Adelante, al compás del tamborón, bailan los venados, que son 23
hombres luciendo máscaras y coloridos trajes. Al llegar a la iglesia colonial
toman un descanso, sale el párroco y es da la bendición. Luego,
acompañados de los cofrades, continúan
su recorrido quemando incienso, bombas
de mortero y cohetillos, seguidos por mucha gente, hasta llegar al
Calvario, en el cantón Reforma, donde, se cree, hubo un lugar sagrado de los
mayas.
El 26 de julio es el día de la
patrona. El árbol es descortezado y le agregan sebo, no sin antes hacer una
ceremonia, para pedir permiso, porque, “los árboles tienen vida”…Desde muy
temprano, la marimba sencilla, un tamborón y la chirimía deleitan al público
con melodías aborígenes. Se queman bombas y los venados danzan en el atrio de
la iglesia, al compás de la marimba. Posteriormente, a los cargadores del
palencón o árbol les obsequian guacaladas de cusha.
El palo ensebado, según la
costumbre, se debe levantar. Para esto, se hace una rotura en la
punta, donde colocan el premio, le amarran largos lazos de maguey y, apoyados
de grandes horquetas, empiezan a pararlo. Los hombres que hacen dicha tarea
saben perfectamente que tiene que haber sincronía entre os que jalan los lazos,
pues con un pequeño descuido, el gran tronco puede caerse y matar a alguien,
como sucedió una vez”.
FUENTE: Huista: un viaje a
través del tiempo. Elder Exvedi Morales Mérida. Guatemala, 26 de julio de 1994.
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