lunes, 21 de agosto de 2017

EL ECLIPSE (Fragmento) Fuente: Huista: Un viaje a través del tiempo. Elder Exvedi Morales Mérida. 1995

EL ECLIPSE (Fragmento)
Fuente: Huista: Un viaje a través del tiempo.
Elder Exvedi Morales Mérida. 1995

Onomástico nació en Santa Ana Huista, en 1905.
De mediana estatura, complexión robusta, moreno claro, cabello negro y lacio, facciones finas, de bigote recortado.
Fue considerado el primer astrólogo, aunque algunos preferían llamarle “científico”.
Suena más calidá así, argumentaban sus admiradores.
Fue él quien informó del eclipse que se acercaba.
Prepárense paisanos, porque se acerca un eclipse, iba diciendo de esquina en esquina.
Entonces, algunas mujeres sumamente religiosas aconsejaron de nuevo:
“Viene el fin del mundo. Vendan todo lo que tienen y repartan el dinero entre los más pobres. Así San Pedro abrirá el portón del cielo y podrán entrar”.
Y muchos así lo hicieron, como había sucedido años atrás. Vendieron hasta lo que no tenían y repartieron  el dinero entre los pobres, que para entonces y, extrañamente, eran muchísimos…
Pero  el fin del mundo no llegó y los ingenuos terminaron en la calle…
Ese día-escribiría años después, Juan de Dios-, se oscureció y el escándalo de tambores, botes, machetes, ollas conforme la luna  iba haciéndose a cada momento más delgada hasta casi desaparecer”
Esto lo hacemos-declaró un vecino al periódico El Huisteco-, para  ayudar al Sol. También  para ahuyentar al chamuco y su corte que anda suelto.
Las mujeres debían tener mucho cuidado, sobre todo, las solteras.  Pero más, las embarazadas, pues debían   protegerse al utilizar dos ganchos de ropa y cruzarlos para formar una cruz; otras, prefieren pegar hilos rojos en la ropa para evitar alguna malformación en los niños.

Tenés que usar calzón rojo porque estás embarazada, le ordenaba doña Nila a su hija Semántica.
Bueno mama, lo que usté diga, respondía Semántica, una joven indígena menor de edad, quien aseguraba que su embarazo o “valija” era obra del espíritu santo.
A esta ixta, ni con cuchara se le saca la verdá, se quejaba doña Nila.

En Santa Ana Huista  se cree que si las mujeres no prestan atención, los niños o niñas pueden nacer con una mancha roja o lunares, debido a que la Luna reclama a sus hijos y los marca para diferenciarlos.
Ese día-recordaría después Juan de Dios- los católicos  quemaron los ramos bendecidos del Domingo de Ramos por el padre Nisho. Hicieron ceniza con ellos, y pusieron cruces en puertas,  ventanas, gallineros y establos.  El padre Nisho-que era un sacerdote gringo-,  hizo cruces en la frente de los animales y a las personas para su respectiva protección.

Como el eclipse fue total, casi todos rociaron sus casas con agua bendita, para que, según ellos,   no cayera ninguna desgracia.
“Cuando comenzó a oscurecerse, los pollos, los jolotes, los pájaros y todos los animales hicieron tremendo relajo. Pero más relajo hicieron los chuchos. Qué chuchada por la gran chucha…”, decía Juan Huista.
Y su compadre Pedro Ixim le secundaba: “Ni modo, si la Luna y el Sol se estaban echando penca”.
Fuente: Huista: Un viaje a través del tiempo.

Elder Exvedi Morales Mérida. 1995

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