lunes, 14 de agosto de 2017

ANCIANITA

LA ANCIANITA
FUENTE: Relatos dispersos. Elder Exvedi Morales Mérida. 1997

La lluvia era latente.
La Sexta Avenida lucía menos bulliciosa.
Y como no llevaba paraguas, aproveché el tiempo y pensé hacer un alto en el camino para dialogar conmigo mismo.
En la esquina de la once calle, unas señoritas indígenas reventaban de risa al verse empapadas de agua. Fue hasta entonces cuando alcé la mirada y la divisé…
Su cabello plateado, los surcos de su piel morena, su mirada perdida, llamaron profundamente mi atención.
De pies a cabeza, mojada por la copiosa lluvia.
Sin embargo, continuaba vendiendo golosinas.  Nadie, absolutamente nadie le dedicó una pizca de atención.
Yo, casi oculto, en la entrada de un comercial, la escrutaba con la mirada, y el idioma universal de la tristeza me aplastó la conciencia.
Al verse ignorada, tomó un descanso y se dispuso a contemplar la lluvia como si a través de ella  retornara al pasado cuando amó y fue amada. La soledad  y la carga emocional en su rostro eran evidentes.
Cuando  vi sus ojos anegados de lágrimas, redescubrí que su pobre corazón estaba carcomido por el olvido. Y entonces el dolor, la indignación y la impotencia me martillaron el espíritu al observar a esa ancianita desprotegida, miserable, sola…
Pensé en el anochecer  lúgubre que pronto llegaría y la encontraría mendigando.
En ese momento en que imagino se dedicaba a escarbar en su pasado, se desangraba de llanto.
Sin esperármelo, me miró con una expresión tan apesadumbrada que no soporté más, y me marché sin importarme la lluvia.
Caminaba rápidamente y me cuestionaba: ¿Y la realización de nuestros sueños de justicia social?


FUENTE: Relatos dispersos. Elder Exvedi Morales Mérida. 1997

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