viernes, 23 de septiembre de 2016
jueves, 22 de septiembre de 2016
EL CUATRERO FUENTE: Relatos de Santa Ana Huista. Elder Exvedi Morales Mérida. 1994
EL CUATRERO
FUENTE: Relatos de Santa Ana Huista.
Elder Exvedi Morales Mérida. 1994
Los gallos anunciaban el nuevo día, en aquellos
tiempos vivientes en las memorias de la
historia. El silencio imperaba. Tan solo el murmurar del río Huista
se escuchaba. El pueblo dormía profundamente por las noches, mientras por sus
calles La Llorona ,
La Siguanaba ,
El Sombrerón, El Cadejo y los demás... se adueñaban de ellas...
Durante el día, todos ocupados
en sus quehaceres.
-Mañana muy tempranito, me güir al otro lado a
buscar mi yegua -, dijo Pruncio Chirivisco, a quien, días antes, le habían
robado un animal de carga.
-Andaite bien tempranito
Pruncio, porque está muy lejos -, aconsejó
la esposa de éste.
En ese entonces, abundaban los
cuatreros.
Muchos se quedaron con las
manos vacías, algunos sin sus vacas, otros sin sus yeguas. En la época referida, tan sólo existía un
vehículo y era propiedad de don Filomeno Hernández.
De manera que los viajes se
hacían a “lomo de caballo” o a “pura pata”, y muy pocos los privilegiados que
viajaban en ese vehículo.
La mañana de la partida llegó.
Pruncio Chirivisco caminó durante todo el día, y al fin
logró cruzar la frontera.
Al “otro lado” encontró a un
hombre sentado frente a otro que yacía en el suelo. Creyó que el que yacía en
el suelo con la cara oculta estaba durmiendo, pero pronto se dio cuenta que
estaba muerto
-Buenos días siñor, que güeno
que le encuentro -, dijo Pruncio
Chirivisco muy alegre, ya que después de
tanto caminar no había encontrado a nadie más.
-Buenos días -, respondió el hombre,
con lágrimas en los ojos.
-¿Usté no ha visto por aquí a
una yegua blanca?
-No. ¿Por qué?
- Es que me la robaron siñor,
y es el único animalito que tengo.
¿Quieres que te ayude?
Pruncio tan sólo asintió con
la cabeza.
-Pero, ¿por qué no te atreves
a ver a mi amigo el muerto?
-No me gusta ver a los dijuntos, porque después los
sueños.
-Pobre tú, veo que eres pobre y ahora estás sufriendo más por la pérdida de tu
yegua.
-Si siñor, soy bien pogresito.
-Bien, te lo
diré. Puedes encontrar tu yegua en el siguiente poblado. Solo
que hasta mañana al mediodía la encontrarás atada a un árbol, frente a una casa de adobes.
Entra a esa casa y di que tú eres el dueño, y te la devolverán.
-Gracias siñor, voy a comenzar el camino para llegar
mañana.
Pruncio Chirivisco dejó al hombre junto al cadáver, y
prosiguió el viaje.
La noche lo
alcanzó en el camino y por la oscuridad reinante, pernoctó al pie de un árbol.
En toda la noche no durmió nada, pues tan solo al cerrar los ojos empezaba a
soñar a aquél cadáver. Frente a una
enorme fogata vio esfumarse la noche.
Llegada la mañana siguió el viaje
y al mediodía llegó al poblado. Desde lejos divisó su yegua atada a un árbol
y se alegró. Entró en la casa, cuyas
puertas estaban abiertas, ya que la gente entraba y salía. Se acercó
a un grupo de personas que velaban
un difunto y
después de observarlo detenidamente, le pareció familiar. Vestía botas,
pantalones de lona. Las mujeres rezaban
sus monótonos rezos. Pruncio evitaba verle la cara al difunto y tan solo
miraba el cuerpo inanimado.
-¿Dónde he visto a un hombre con las mismas botas y el
mismo pantalón? -, se preguntaba insistentemente en silencio.
Transcurrió un breve tiempo y la curiosidad lo dominó.
De pronto, cuando de reojo miró al “velado”, por poco
lanza sus gritos de susto. Un mutismo profundo reinó en sus pensamientos. No
salía de su asombro. Una fuerza extraña lo encadenaba al darse cuenta que el
difunto no era más que aquel
cuatrero que encontró frente a su
propio cuerpo y que le indicó el lugar donde podría hallar su yegua.
Testigos oculares afirman que cayó al suelo y se
retorcía, como si hubiese sido poseído por el espíritu del fallecido. Cuando ya estaba un poco sosegado, contaba
espantado aún, que ese “finadito” le había
ayudado a dar con su yegua.
miércoles, 21 de septiembre de 2016
ABACAL, ARPA DE ROCÍO Por Elder Exvedi Morales Mérida. 1994
TABACAL, ARPA DE ROCÍO
Por Elder Exvedi Morales Mérida. 1994
Tabacal, arpa de rocío,
recibe el numen, el canto mío;
el abecedario azul de amor.
Recibe pues, de mi alma, el
loor.
Te pueblas de alondras y
cenzontles,
de paisajes, de cantarines
montes;
de bandadas de turpiales
y de legendarios maizales.
Tabacal, eterna primavera,
aromática y poética pradera,
erguida y orgullosa en mi alma
derrochando paz y calma.
El colosal Resumidero
narra tu historia sincero
y te siento más cerca de mí
como perfumada flor de alelí.
EL TABACAL Autor: Elder Exvedi Morales Mérida. 1994.
A EL TABACAL
Autor:
Elder Exvedi Morales Mérida. 1994.
Cuna, tierra de cantores,
con esencia de flores,
te ofrendo mis versos colmados
de alegría,
mi más amada vegetal sinfonía.
A tu belleza, canto sincero,
a tu colosal y enigmático
Resumidero;
a tus sublimes paisajes
y a tus poéticos parajes.
En tus surcos germina la semilla
y en tu alma la ternura brilla,
porque Tabacal, tú eres un son,
que brota dulcemente de mi bardo corazón.
El Tabacal es un inmortal verso,
sonriendo ante el universo;
es un jazmín florecido
y un manojo de esperanza enternecido.
ES DÍA DE COSECHA…
ES DÍA DE COSECHA…
Maestra María del Rosario Molina, hoy es
un día placentero, extraordinario, inolvidable...
¡Siento alegría en mi corazón, porque es día de
cosecha…!
Usted es de esas lumbreras, de esas personas que
nunca cierran sus fronteras y ofrecen sus horizontes…
El perfume de su poesía conmueve, seduce, edifica.
Su palabra
va de sendero en sendero llevando en sus
manos luz, mucha luz.
La mañana ha despuntado.
Muchos se asoman a las ventanas y la ven pasar. ¡Es
su palabra!
¿O son luciérnagas sempiternas?
Su palabra, su arte, nos hace viajar más allá de los confines del tiempo y el espacio. Su palabra, maestra, nos lleva hacia el
infinito para encontrar otros universos…
Bebo su palabra y entonces me invaden raudales de inspiración.
Y es que su palabra redime, sacude, melifica,
rejuvenece y construye.
La lectura de su obra es sensual. Nos dejamos embelesar
por sus versos, por sus semillas, por sus palabras.
¡Tantas lumbreras retoñando en sus palabras!
En un país en donde la obscenidad de la corrupción
y la violencia ya no provoca la indignación de muchos ciudadanos, usted, Maestra María
del Rosario Molina, con su arte, con su labor, nos da esperanzas.
Cuando usted se marche, diré, a los cuatro vientos: se
fue la artesana de la palabra , pero dejó su palabra inmarcesible.
(Claro, si antes, no me marcho yo…)
Maestra María del Rosario Molina, en
esta sociedad de máscaras, su palabra es luz.
La mañana ha despuntado.
¡Siento alegría en mi corazón, porque es día de
cosecha…!
Con respeto, admiración y gratitud.
Elder Exvedi Morales Mérida.
Santa Ana Huista, Huehuetenango, 21 de septiembre de
2016.
martes, 20 de septiembre de 2016
SANTO TOMÁS LA UNIÓN Autor: Elder Exvedi Morales Mérida. 1995
SANTO TOMÁS LA UNIÓN
Autor: Elder Exvedi Morales Mérida. 1995
En la cúspide de mi corazón
Santo Tomás la Unión
narra su asombrosa historia,
nos recuerda su loable gloria.
En su suelo fértil germina el alba
y la paz y la calma
se hospedan en el
corazón
de mi poético Santo Tomás la Unión.
Tiene Santo Tomás la Unión
en su corazón, un radiante son,
que concibió la marimba
que nos conmueve y nos nimba.
En Santo Tomás la Unión,
hay belleza celestial;
pues es para Dios, su sitial,
y su más excelsa canción.
Yo le dedico mis versos rurales,
a Santo Tomás la Unión;
y germinan en mi corazón
gorjeos y coros a raudales.
Del poemario YO LE CANTO A MI PATRIA (1995)
SUCHITEPÉQUEZ Autor: Elder Exvedi Morales Mérida. 1995
SUCHITEPÉQUEZ
Autor: Elder Exvedi Morales
Mérida. 1995
Suchitepéquez, bañado por el mar
con su poesía diáfana y sublime,
musa que siempre he de amar
porque con su ternura, me redime.
Los ríos Samalá, Sis, Nahualate,
Ixtacapa, Nimá,
Coyolate,
Icán y Madre
Vieja
bendicen y narran la gloriosa conseja.
Suchitepéquez, traslúcida poesía,
canción tejida, con hilos de armonía,
yo te ofrendo mis versos campiranos,
colmados de murmullos aldeanos.
En tus surcos fructuosos
nacen y crecen hermosos,
lozanos y sustanciosos
los ágapes gloriosos.
El Arquitecto del Universo
te bendice ¡oh poema terso!
Suchitepéquez, manojo de armonía,
cuna mía, saturada de alegría.
Del poemario YO LE CANTO A MI PATRIA (1995)
lunes, 19 de septiembre de 2016
EL CUATRERO FUENTE: Relatos de Santa Ana Huista. Elder Exvedi Morales Mérida. 1994
EL CUATRERO
FUENTE: Relatos de Santa Ana Huista.
Elder Exvedi Morales Mérida. 1994
Los gallos anunciaban el nuevo día, en aquellos
tiempos vivientes en las memorias de la
historia. El silencio imperaba. Tan solo el murmurar del río Huista
se escuchaba. El pueblo dormía profundamente por las noches, mientras por sus
calles La Llorona ,
La Siguanaba ,
El Sombrerón, El Cadejo y los demás... se adueñaban de ellas...
Durante el día, todos ocupados
en sus quehaceres.
-Mañana muy tempranito, me güir al otro lado a
buscar mi yegua -, dijo Pruncio Chirivisco, a quien, días antes, le habían
robado un animal de carga.
-Andaite bien tempranito
Pruncio, porque está muy lejos -, aconsejó
la esposa de éste.
En ese entonces, abundaban los
cuatreros.
Muchos se quedaron con las
manos vacías, algunos sin sus vacas, otros sin sus yeguas. En la época referida, tan sólo existía un
vehículo y era propiedad de don Filomeno Hernández.
De manera que los viajes se
hacían a “lomo de caballo” o a “pura pata”, y muy pocos los privilegiados que
viajaban en ese vehículo.
La mañana de la partida llegó.
Pruncio Chirivisco caminó durante todo el día, y al fin
logró cruzar la frontera.
Al “otro lado” encontró a un
hombre sentado frente a otro que yacía en el suelo. Creyó que el que yacía en
el suelo con la cara oculta estaba durmiendo, pero pronto se dio cuenta que
estaba muerto
-Buenos días siñor, que güeno
que le encuentro -, dijo Pruncio
Chirivisco muy alegre, ya que después de
tanto caminar no había encontrado a nadie más.
-Buenos días -, respondió el hombre,
con lágrimas en los ojos.
-¿Usté no ha visto por aquí a
una yegua blanca?
-No. ¿Por qué?
- Es que me la robaron siñor,
y es el único animalito que tengo.
¿Quieres que te ayude?
Pruncio tan sólo asintió con
la cabeza.
-Pero, ¿por qué no te atreves
a ver a mi amigo el muerto?
-No me gusta ver a los dijuntos, porque después los
sueños.
-Pobre tú, veo que eres pobre y ahora estás sufriendo más por la pérdida de tu
yegua.
-Si siñor, soy bien pogresito.
-Bien, te lo
diré. Puedes encontrar tu yegua en el siguiente poblado. Solo
que hasta mañana al mediodía la encontrarás atada a un árbol, frente a una casa de adobes.
Entra a esa casa y di que tú eres el dueño, y te la devolverán.
-Gracias siñor, voy a comenzar el camino para llegar
mañana.
Pruncio Chirivisco dejó al hombre junto al cadáver, y
prosiguió el viaje.
La noche lo
alcanzó en el camino y por la oscuridad reinante, pernoctó al pie de un árbol.
En toda la noche no durmió nada, pues tan solo al cerrar los ojos empezaba a
soñar a aquél cadáver. Frente a una
enorme fogata vio esfumarse la noche.
Llegada la mañana siguió el viaje
y al mediodía llegó al poblado. Desde lejos divisó su yegua atada a un árbol
y se alegró. Entró en la casa, cuyas
puertas estaban abiertas, ya que la gente entraba y salía. Se acercó
a un grupo de personas que velaban
un difunto y
después de observarlo detenidamente, le pareció familiar. Vestía botas,
pantalones de lona. Las mujeres rezaban
sus monótonos rezos. Pruncio evitaba verle la cara al difunto y tan solo
miraba el cuerpo inanimado.
-¿Dónde he visto a un hombre con las mismas botas y el
mismo pantalón? -, se preguntaba insistentemente en silencio.
Transcurrió un breve tiempo y la curiosidad lo dominó.
De pronto, cuando de reojo miró al “velado”, por poco
lanza sus gritos de susto. Un mutismo profundo reinó en sus pensamientos. No
salía de su asombro. Una fuerza extraña lo encadenaba al darse cuenta que el
difunto no era más que aquel
cuatrero que encontró frente a su
propio cuerpo y que le indicó el lugar donde podría hallar su yegua.
Testigos oculares afirman que cayó al suelo y se
retorcía, como si hubiese sido poseído por el espíritu del fallecido. Cuando ya estaba un poco sosegado, contaba
espantado aún, que ese “finadito” le había
ayudado a dar con su yegua.
viernes, 16 de septiembre de 2016
jueves, 15 de septiembre de 2016
UN DÍA COMO HOY NACIÓ DON MARIO MONTEFORTE TOLEDO (15 de septiembre de 1911-4 de septiembre de 2003)
UN DÍA COMO HOY NACIÓ DON MARIO MONTEFORTE
TOLEDO
(15 de septiembre de 1911-4 de septiembre de
2003)
Cuando leí
la novela “Llegaron del
mar”, inspirada en la literatura
indígena guatemalteca, me interesé en
conocer más sobre el narrador, poeta,
ensayista e intelectual guatemalteco, Mario Monteforte Toledo. Posteriormente, aprecié su obra teatral “La noche de los
cascabeles” en el Paraninfo Universitario, de manera que fui acercándome más a
la obra y vida de este guatemalteco insigne. Y entonces reflexiono y me cuestiono
de porqué en nuestro país poco se lee a este autor, cuando es, según algunos,
el segundo mejor novelista
guatemalteco. La única vez que vi
a Mario Monteforte, fue en la película “Donde acaban los caminos”. Y, como es
natural, le admiré más. En poesía escribió: Barro (1932) Cabagüil (1946). En
narrativa: Anaité (su primera novela, 1946) Biography of a fish (1943) Casi
todos los cuentos (1973) Cuentos de derrota y esperanza (1962) Donde acaban los
caminos (novela 1953) Entre la piedra y la cruz (considerada su mejor novela,
1948) La cueva sin quietud (cuentos, 1949) Los desencontrados (1976) Una manera
de morir (1957) Unas vísperas muy largas (1989) Pascualito (cuento para niños,
1991) La isla de las navajas (1992) y la ya citada. En teatro El santo de fuego
(1976, 1987) Los gringos (1976). Y en ensayo: Centroamérica, dependencia y
subdesarrollo (2 volúmenes, 1983) El control de cambios (1938) Guatemala -
monografía sociológica (1959 - 1965) Las piedras vivas (1949, 1965, 1984) Los
partidos políticos de Iberoamérica (1961) Los signos del hombre (1984) Mirada
sobre Latinoamérica (1971) Pintor, gota de arte (1949) Tres ensayos al servicio
del mundo que nace (1966) Y llegaron de mero México (1966) Literatura,
ideología y lenguaje (1983) Las formas y los días - El barroco en Guatemala
(1989) Palabras del retorno (1992)
Don Mario Monteforte fue Ministro del gobierno de la Revolución
en 1944, además, fue presidente del Congreso, Vicepresidente de la República y
Embajador de la ONU, durante el gobierno democrático. Estuvo 35 años exiliado. Fue académico de la UNAM, México. Para
incentivar a los nuevos valores en la literatura nacional, creó el Premio Mario
Monteforte Toledo. Con el libro "La Puerta Blanca".
Tanto este autor, como muchos otros, siguen en
el anonimato. Urge hacer algo.
miércoles, 14 de septiembre de 2016
OFRENDA A JACOBO ÁRBENZ GUZMÁN Por Elder Exvedi Morales Mérida 14 de septiembre de 1997
OFRENDA
A JACOBO ÁRBENZ GUZMÁN
Por
Elder Exvedi Morales Mérida 14 de septiembre de 1997
Recibe,
hermano
mío,
Soldado
del Pueblo,
este
puñado de versos,
este
humilde coro
de
pájaros ilusos…
Recibe,
amigo
mío,
Coronel
de la Primavera,
este
manojo de versos,
este
sendero tejido con estrellas,
esta
arboleda eterna
y
canora…
Es
cierto que siento
el
peso de la angustia
de
mi pueblo desamparado
que
aún no despierta
de
su letargo…
pero
vengo,
hermano
Jacobo Árbenz Guzmán,
a
depositar en el pensil de tu memoria
mi
canto recién inaugurado.
Sí,
lo
sé,
me
recordarás que la patria
¡Oh
coronel de la Primavera!
fue
golpeada arteramente
por
esas bestias disfrazadas
con
uniforme
de
primera comunión…
Pero
la historia,
hermano
mío,
ya
te absolvió.
Las
farsas,
las
mentiras
y
la historia prostituida
se han desvanecido.
Aunque
el maldito cáncer
se
esparció
y
vagabundeaba por todos los senderos
de
nuestra patria,
aún
hay sueños que soñar,
cantos
que cantar,
caminos
que edificar.
Sí,
me
dirás,
hermano
mío,
que
tantos sueños mutilados
aún
se mofan de nosotros,
pero
recuerda
que
perdimos la batalla
mas
no la guerra.
¡Aún
hay caminos que caminar!
Recibe
pues,
hermano
mío,
Soldado
del Pueblo,
Coronel
de la Primavera,
¡Bendito
hijo de Guatemala!
y
de la libertad,
mi
canto
de
marimba milenaria
e
incendiaria.
A JACOBO ÀRBENZ GUZMAN Por Elder Exvedi Morales Mérida. 14 de septiembre de 1995
A JACOBO ÀRBENZ GUZMAN
Por
Elder Exvedi Morales Mérida. 14 de septiembre de 1995
Jacobo
Árbenz,
escucho
tu nombre
con
el corazón
y
canto
y
lloro.
Pronuncio
tu nombre
en
cada esquina
de
mi patria crucificada,
ensangrentada
y por los viles pisoteada.
De
pie,
ante
el pueblo huérfano,
que
continúa el camino al abismo,
con
su cruz a cuestas,
lloro
y
te evoco
y
maldigo tanta podredumbre.
Jacobo
Árbenz,
amante
de la libertad,
mira
al pueblo humillado
bajo
el mismo yugo;
mira
la geografía de la patria
atestada
de cruces.
Jacobo
Árbenz,
sé
que te duele
la
mudez del pueblo;
sé
que te mortifica su cobardía,
su
analfabetismo,
su
sordera
y
su ceguera,
y
por eso cantamos
por
la misma herida.
Pero
todo eso cambiará,
lo
sé,
me
lo dice la tierra,
me
lo dice el corazón,
y
entonces,
solo
entonces,
¡Oh
Soldado del Pueblo!
reiremos,
como
nunca lo hemos hecho,
y
volveremos,
compañero,
a
inaugurar,
nuevos
amaneceres.
jueves, 8 de septiembre de 2016
lunes, 5 de septiembre de 2016
viernes, 2 de septiembre de 2016
EL ESPANTO DEL CAMINO
EL ESPANTO DEL CAMINO
FUENTE: Relatos de Santa Ana Huista.
Elder Exvedi Morales Mérida. 1994
Todas las tardes retornaba a la aldea Monajil, procedente de Santa Ana Huista,
donde distribuía el milenario “guaro”, licor hecho a base de caña
de azúcar.
-No camine muy tarde don Suspiro Azadón,
estos días están jodidos. Lo
puede matar el ejército o la guerrilla. Ya
ve usté como está rejodida la situación -, le aconsejaba una anciana,
que era una de sus mejores clientes.
Era el año de 1981, la época más
sangrienta para Santa Ana Huista.
-¿Pa´ onde vá don Suspiro Azadón?
-Para
Huista-.*
-Ah,
entonces que se vaya mi patojo con usté, así se hacen compañía ambos dos.
-Está bien- , replicó el “cushero”.
El distribuidor del licor retornaba por la tarde o a altas horas de la noche,
alumbrándose con un manojo de ocote y
con la luz de la luna.
En esa época asesinaron a mucha gente, aún
así, se mantenía con la misma faena.
-Si me muero, muero trabajando -, decía
continuamente, cuando le aconsejaban ya no caminar a “altas horas”.
-Usté don Suspiro Azadón, ¿por qué no le da miedo caminar solo y muy
tarde? -, le preguntó una vez Juan
Huista.
-Porque tengo quien me cuide, es un cuate
bien calidá -, respondió orgulloso.
-¿Dios?
-No.
-¿Entonces quién?
-El policía que cuida el camino pa Monajil.
El siempre está allí parado y a veces me
encamina hasta mi ranchito -, explicó, viendo Juan Huista que había cambiado
de color, al oír la respuesta.
¿Un policía dice usté?
-Sí.
¿Usté no sabe quién es?
-No.
-A él lo mató la guerrilla antes que usté
viniera a vivir a Monajil, y sale a espantar a la gente.
El pobre Suspiro Azadón, al darse cuenta que siempre hablaba con un
difunto, sintió que el cuerpo no le respondía y cayó desmayado.
*La gente acostumbraba a decir pueblo o
Huista, no Santa Ana, posiblemente por ser sino el primer pueblo fundado por
los españoles, uno de los primeros de la región.
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