Y
LA VERDAD NOS
HARÀ LIBRES
Autor: Elder Exvedi Morales Mérida
Ciudad de Guatemala, noviembre de 1997
Se desarrolla en una sala de familia pudiente. A centro derecha, puerta
a habitaciones. Puerta a calle, en centro izquierda. Al fondo, un jardín. Al
abrirse el telón, aparece don Carlos Ixmatá, leyendo el periódico.
ELENCO ARTÍSTICO EN ORDEN DE APARICIÓN:
CARLOS:
Padre.
MARIA: Madre.
MARTA:
Hija.
GUSTAVO: Hijo.
NESHITA: Empleada doméstica.
ANCIANA: Vecina.
LUISA: Hija. RONY: Estudiante.
ILSE: Estudiante.
LILY: Estudiante.
ACTO
I
ESCENA
I
MARÍA: (Entrando. Lleva un paño y sacude algunos objetos) Dejá de leer
tanto vos, te vas a quedar choco. Ya ni chiste tenés…
CARLOS: Ay que informarse
mijita.
MARÍA: Desde que aprendiste a
leyer con Tavito, ya ni parás de leyer. Todo lo que mirás, lo leyes; sos mero chifladito.
CARLOS: Por que vos no sabés
leer, de lo contrario, sabrías que es un gran privilegio…
MARÍA: Sabrías será la guayaba,
con las vergüenzas que he pasado cuando tengo necesidá y no sé lo que dicen
esos garabatos. La otra vez, en la
farmacia, el que atiende le dijo a un patojito que leyera la receta y me quedé
toda atarantada, porque leyó como si fuera un hombre grande. Lástima que en mi pueblo, cuando era niña, no
nos permitían ir a la escuela, pero a los hombres sí…
CARLOS: Pero ya no te lamentés:
te he dicho que te puedo enseñar a leer y a escribir. Tavito también te ha
ofrecido ese privilegio, porque es un privilegio saber leer y escribir. Es un
gran regalo…
MARÍA: Pero si ya estoy vieja
y creo que ya voy a colgar los caites.
CARLOS: Nunca es tarde para
aprender mijita…
(Suena el teléfono. María responde)
MARÍA: Aló. Ay, mi Tavito, qué
gusto escucharte. (Escucha)Si mijito, aquí está. (Escucha) Bueno puè, aquí te
esperamos. (Escucha) Bueno pué…adiós (Dice adiós con la mano derecha)
CARLOS: ¿Ya viene Tavito?
MARÍA: Ya, acaba de salir de la
universidá…
CARLOS: Universidad mijita, no
te comás las palabras. Ojalá que por eso estuvieras gorda (Sonríen)
MARÍA: Chiflado. Y, ¿Qué leyés?
CARLOS: El artículo de un
periodista que siempre trata del
conflicto armado en nuestro país. (Deja a un lado el periódico)
MARÍA: (Irritada) Harta estoy
de ese tema.
CARLOS: Pero para ser libre
mijita, debemos conocer la verdad.
MARÍA: Tenés razón. Aunque nos
duela recordar ese pasado tan triste que nos tocó vivir en el pueblo.
CARLOS: Aunque la herida siga
abierta, gritándonos tantos sufrimientos.
ESCENA
II
MARTA: (Entrando de calle. Es
estudiante) Buenas tardes papá.
CARLOS: (Colocando su mano
derecha en la frente de Marta) Chanto hija.
MARTA: Buenas tardes mamá.
(Abrazándose)
MARÍAA: Buenas tardes mija.
CARLOS: ¿Cómo te ha ido hija?
MARTA: Bien papá, bastante
bien. (Pausa) ¿Pasa algo? Los veo un poco extraños.
MARÍAA: Hablando de lo que nos
pasó en el pueblo estábamos cuando llegaste.
MARTA: Lo pasado pasado.
Estamos en el presente. Es cierto que jamás debemos olvidar nuestros orígenes,
pero no debemos vivir atados a un pasado triste, para que el resto de nuestra
vida sea, por lo menos, un poco feliz.
CARLOS: Es muy sabio hija mía
lo que has dicho. Debemos recordar para conocer nuestras raíces, pues es fundamental conocer la historia para poder
entender los procesos que se dan en el presente.
MARTA: Es imperativo tomar conciencia de nuestra realidad histórica para poder
ver hacia delante, para poder ver hacia atrás, porque aquellos pueblos que no
conocen su historia, están condenados a seguir cometiendo los errores del
pasado, como ya lo dijo alguien.
MARÍA: Uy, ustedes, parecen políticos. (Todos
ríen)
MARTA: Es necesario mirar hacia adelante y
mirar hacia atrás, pero siempre en función del presente que nos ocupa; para comprender el presente y sus peculiaridades o dificultades; porque la historia se escribe volviendo la cara al pasado, y afrontando los
desafíos del presente, con visión de futuro… (Gustavo entra y escucha
detenidamente, sin que ellos se percaten de su presencia)
ESCENA III
GUSTAVO: Bravo, bravo, me alegra que mi
familia filosofe con frecuencia. MARÍA: Ay,
mijito de mi corazón, qué bueno que ya viniste.
(Gustavo saluda a todos)
CARLOS: ¿Qué tal hijo? GUSTAVO:
Todo bien papá.
MARTA: Qué nos alegra. GUSTAVO:
¿Y de qué hablaban si se puede saber?
MARTA: Del conflicto armado interno en
Guatemala, del cual, tristemente, fuimos partícipes; mejor dicho,
víctimas…
GUSTAVO: Muy interesante, precisamente de eso
hablaba con mis alumnos en la universidad. Imagínense, con
el estallido del enfrentamiento armado interno en 1962, Guatemala entró en una
etapa sumamente trágica y devastadora de su historia, de enormes costos en
términos humanos, materiales, institucionales y morales. Un total de 42.275
víctimas. Combinando estos datos con otros estudios realizados sobre la
violencia política en nuestro país, la Comisión para el Esclarecimiento
Histórico estima que el saldo de muertos y desaparecidos del enfrentamiento
fratricida llegó a más de doscientas mil personas.
MARÍA: ¡Qué barbaridá…!
CARLOS: Cuatrocientas cuarenta aldeas
fueron borradas del mapa, entre 1981 y 1983.
MARÍA: Por eso nos
venimos a la ciudá para que no nos mataran. El pobre Carlos y yo trabajamos muy
duro para que nada les faltara, y desde que
Tavito se graduó en la universidá, nos ha echado la mano, así compramos
esta casa y vivimos bien, gracias a Tata Dios.
GUSTAVO: Por eso es importante conocer la
verdad, porque la verdad, como dice la Palabra de Dios, nos hace libre. (Como
transformándose, como si fuera un gran orador, un gran estadista): Se necesita todo un esfuerzo de interesar a los guatemaltecos a conocer su
historia, cuyo desconocimiento es uno de los factores más claros para facilitar
la repetición de los mismos deslices del pasado. La historia sirve para planificar el futuro, y
evitar repetir los errores del pasado. Y es que nuestro pasado explica el presente. Entonces
pues, conocer la historia evita cometer errores.
CARLOS, MARÍA
Y MARTA: ¡Bravo! ¡Bravo! ¡Bien dicho!
ESCENA IV
NESHITA: (La empleada doméstica entra) Ya está el almuerzo. Y les preparé la comida que más les gusta,
que hasta van a chuparse los dedos, porque yo, señores y señoras, soy una buena
cocinera. (Ríe) Bueno, si no lo digo yo, quien lo va a decir… GUSTAVO.
Yo Neshita, porque es cierto que eres una buena cocinera y una gran persona.
MARTA:
Y por eso te amamos y te vemos como de la familia.
NESHITA: Ay, tan rechulos que sos ustedes. Lástima que el Canuto no haya
sido bueno conmigo: ya ven, solo me dejó una marimbita de güiros y se jué con
otra atarantada. Pero ni modo, pa delante y no para tras como los cangrejos.
(Tocan a la puerta)
NESHITA: Compermiso, ojalá que no
sea ese dundo de Canuto, porque ahora está que regrese a sus brazos, que ahora sí me va a bajar las
estrellas, la luna y el sol y… (Siguen tocando. Hace mutis. Todos ríen)
ESCENA V
(Nesha y la vecina anciana Teodora, entran) ANCIANA: Buenas
tardes, compermiso.
TODOS:
Buenas tardes doña Teodora, pase adelante.
ANCIANA: Ya que pasaba
cerca, porque fui a comprar unas cositas para preparar mi almuerzo, pensé en
saludarles queridos vecinos. Porque ya no hay tiempo con tanto qué hacer.
MARIA: Pues vino a buena hora.
CARLOS: Está usted
cordialmente invitada a que junto saboreemos la comida que ha preparado
Neshita.
GUSTAVO: ¿Verdad Neshita?
NESHA: Yes. Digo sí. Ahorita me voy volando a colocar otro plato para
doña Teodorita (Va).
ANCIANA:
Qué pena, vine en la mera hora del
almuerzo. Pero como siempre he dicho: ustedes, la gente de pueblo, siguen
siendo solidarios. Tienen muy buenas costumbres. Aunque la guerra los hizo
sufrir mucho, no mató sus costumbres. Son trabajadores, honrados, acomedidos,
agradecidos, amables, solidarios…
GUSTAVO: Es que debemos ver a nuestro prójimo como un hermano, y darle
los mejores tratos.
ANCIANA: Muy bien Tavito, así se dice. Ojalá
todas las familias fueran como ustedes de buenas. Y como repito, aunque la
guerra les hizo mucho daño, son buenas personas y les hace el bien a los demás,
no importando como paguen. (Pausa) Cómo huele de rico. ¿Es la comida de que tanto me han hablado? MARIA:
Sí doña Teodorita. Vamos pues a comer.
ANCIANA:
A una sorda le dijo usted, con la chilllazón de tripas que tengo. TODOS:
Vamos al comedor.
ACTO II
ESCENA I
Se desarrolla en la misma sala. Tocan a la puerta. Luisa, hija del
matrimonio, abre. Posteriormente entra acompañada de estudiantes universitarios.
LUISA: Tomen asiento.
RONY: Gracias licenciada.
ILSE: Muy amable.
LILY: Gracias.
LUISA: ¿En qué les puedo servir?
RONY: Antes que
todo, mil gracias licenciada por recibirnos y darnos parte de su valioso tiempo. Le presento a mis compañeros: Ilse,
Lily y yo, Rony.
ILSE: Somos estudiantes universitarios, como usted sabe, y deseamos
realizarle una entrevista.
LUISA: Será un
placer. LILY:
Le suplicamos nos narre sobre la masacre del pueblo de donde son originarios,
cuándo se vienen a la capital y todo lo referente al caso de su familia.
LUISA: Lástima que mis papás y
mis hermanos no están, fueron al pueblo. Pero con gusto les narraré parte de
nuestra historia. (Consulta su
reloj) Antes de que llegue mi hora de
irme al trabajo.
RONY: Si es tan amable. (Preparan bolígrafos y
libretas y anotan)
LUISA: Ese día de la tragedia,
con mi familia habíamos ido al cementerio, pues el Día de los Santos se
aproximaba. Al rato, llegó el Ejército y
ordenó que todos los pobladores se concentraran frente al edificio municipal.
Un vecino que no obedeció la orden, fue acribillado a balazos en su propia
casa. Entonces todos se aterrorizaron más. Un oficial gritó muy furioso que
todos eran guerrilleros y tenían que pagar las consecuencias. Inmediatamente, todos fueron
obligados a entran en el rancho que
servía de salón de usos múltiples. Los niños lloraban. Los adultos rezaban. Y
no faltó quien protestara. Ahí mismo eran asesinados todos aquellos que osaban
rebelarse. Cuando nosotros oímos los primeros disparos, intuimos que la
tragedia anunciada había llegado. Pues
bien, ya toda le gente encerrada, los soldados rosearon gasolina por todas
partes, lanzaron granadas y le prendieron fuego al ranchón. Casi todos murieron
achicharronados, como si fueran animales. Fue muy triste, muy terrible. Por eso
tuvimos que venirnos y a base de mucho trabajo y esfuerzo, logramos sobrevivir
y superarnos. (Hace una pausa)
RONY: Es muy conmovedor su
relato Licenciada.
ILSE: Impactante. Tantas
tragedias que aún siguen en el anonimato.
LILY: Creo que es importante
conocer la verdad, para no volver a ese pasado funesto.
RONY: Estoy de acuerdo contigo
Lily: La verdad nos hará libres.
ILSE: Créame Licenciada: a
usted y a su familia le admiramos porque son un buen ejemplo. Desde que leí un
reportaje especial de esa tragedia, tuve acercamiento a ustedes.
LILY: Y me alegra que su pueblo
haya resurgido de las cenizas. Sé que ahora se esfuerza por ser feliz, y eso es loable.
LUISA: Gracias por esas
palabras conmovedoras.
RONY: Creo que los
guatemaltecos ya no debemos empuñar nunca más esas armas que derraman mucha
sangre. Debemos respetarnos, tolerarnos, amarnos.
ILSE: Ojalá ya no inventen
armas y que las que existen, las destruyan. En vez de armas, libros.
LILY: Creo que lo más
importante para ya no volver al pasado, es amar a Dios, a nuestro prójimo y a
nosotros mismo. Esa es la solución.
LUISA: Y estoy de acuerdo con
usted Lily.
RONY: Bueno Licenciada, sabemos
que tiene compromisos de trabajo, por lo que le dejaremos.
ILSE: Le agradecemos
profundamente por su valioso tiempo.
LILY: Mil gracias de nuevo y
nos solidarizamos con ustedes.
LUISA: Ha sido un honor.
(Pausa) ¿A la universidad van ustedes?
RONY,
ILSE Y LILY: Sí Licenciada.
LUISA:
Pues les doy jalón. (Risas).
RONY,
ILSE Y LILY: Muchas gracias.
LUSA:
Vamos.
RONY,
ILSE Y LILY: Vamos. (Salen)
CAE EL TELÓN
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