viernes, 7 de octubre de 2016

ESOS, LOS MISMOS DE SIEMPRE Autor: Elder Exvedi Morales Mérida.


ESOS, LOS MISMOS DE SIEMPRE
Autor: Elder Exvedi Morales Mérida.


Esos, los mismos de siempre,
los que han hundido sus raíces negras
y horripilantes
en los surcos de mi patria,
de mi mancillada patria,
siguen desmembrando nuestros sueños,
hipotecando nuestro futuro
y cercenando nuestras utopías.

Esos, los mismos de siempre,
ríen a carcajadas
al ver cómo las vendas de nuestros ojos
siguen intactas, fuertes, pavorosas;
y ante nuestra mudez, cobardía e ingenuidad
se complacen
y se  desternillan…

¡Tanta ceguera maldita!
¡Tanto silencio encubridor!

Y los labios de los niños siguen huérfanos,
sin sus sonrisas conmovedoras;
y germinan las rosas negras, lúgubres, de luto.

¿Por qué mis hermanos se quedan de brazos cruzados
ante tanta injusticia y cinismo?
¿Por qué tanta cobardía, candor e indiferencia?

Esos, los mismos de siempre,
se embelesan viendo
como muchos de mis hermanos
siguen atados a dogmas catastróficos
y a fanatismos estúpidos.

Esos, los mismos de siempre,
nos inyectan su toxina perversa
y callamos,
enmudecemos
y nos arrodillamos ante tanta infamia.

¿Qué será de las generaciones venideras?

Esos, los mismos de siempre,
venden nuestra raquítica soberanía,
hacen trizas nuestros recursos naturales
dejándonos una estela de muerte,
miseria
y de inmundicia.

Los diáfanos ríos se convirtieron en cloacas,
en  alcantarillas,
en desagües,
en retretes,
en escusados,
en inodoros,
en letrinas.

¿Y a quién le importa?
¡¿Por qué sigue apestando la indiferencia de mis hermanos?!

¡Tanto silencio me martiriza!

Esos, los mismos de siempre,
crucifican arboledas,
fusilan ríos y lagos,
y le roban la vida
a la Madre Tierra,
y nadie dice
ni hace nada.

Esos, los mismos de siempre,
se limpian el trasero
con las leyes
y aquí,
en esta patria mártir,
no pasa nada.

Nadie dice nada.

Esos, los mismos de siempre,
nos roban el pan
y nos dejan las mesas vacías,
desprovistas.

Esos, los mismos de siempre,
machetean nuestras sonrisas,
nos vuelven consumistas
y nos manejan cual títeres
a su sabor  y antojo
y callamos,
callamos.

Uniforman nuestras voces,
nuestras mentes
y la libertad es tan solo una fantasía.

Esos, los mismos de siempre,
aprovechan nuestra ignorancia,
nuestra hambre,
nuestra sed,
nuestra necesidad
y nuestra estupidez
para amasar fortunas.

Esos, los mismos de siempre,
cuyo dios es el dinero y la vanidad
creen ganarse a mi hermano Jesús
frecuentando las iglesias,
cediendo grandes limosnas y diezmos
y vistiéndose de primera comunión.


Por esos, amado hermano Jesús,
yo oro,

y exijo justicia.

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