viernes, 17 de junio de 2016

Y, MI PADRE, JAMÁS VOLVIÓ…

Y, MI PADRE, JAMÁS VOLVIÓ…

En ese entonces, tendría yo 6 años de edad, cuando soñaba el retorno de mi padre.

Los años transcurrieron, el almanaque se fue quedando desnudo, como un roble en  verano, y el anhelo de su retorno seguía floreciendo  día a día.

Varias veces soñé que regresaba de un asombroso viaje.
Y fui feliz. 
Traía a cuestas un pasado maravilloso del que sólo hablaba conmigo.
Yo debo de haber tenido nueve o diez años cuando soñé que jugaba canicas en la calle con mi hermano Rodrid Adalid, cuando, de pronto, apareció un anciano, sosteniéndose en un bastón.

-Es papá-, gritó mi hermano.

Y corrimos a abrazarlo.

Detrás de unos lentes gruesos, los ojos de mi amado padre, anegados en lágrimas.
Pero fue, tristemente, solamente un sueño.

Así se me  esfumó la  niñez: soñando el regreso de mi amado progenitor.

Trataba, en vano, olvidar que falsos revolucionarios lo habían asesinado el 21 de mayo de 1981, cuando era  alcalde municipal de Santa Ana Huista.

Y ellos, los asesinos, los demonios, que no solamente me robaron el privilegio de tener un padre, sino que también derramaron más sangre inocente, disfrutan tranquilos de su impunidad.

El tiempo ha pasado inexorable y, de vez en vez,  derramo una lágrima y erijo sonrisas con sus recuerdos para reírme de la angustia que su vacío me dejó.

Tantos años soñando su retorno, y  mi padre, jamás volvió…

Elder Exvedi Morales Mérida.

Barrio de la Recolección,  Guatemala, 17 de junio de 2006.

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