lunes, 29 de febrero de 2016

“Vos sos complaciente con los alcaldes”, me dijo descaradamente, cuestionándome de por qué ya no “saco a luz pública sus trapitos sucios”.


“Vos sos complaciente con los alcaldes”, me dijo descaradamente, cuestionándome de por qué ya no “saco a  luz pública sus trapitos sucios”.
Esto sucedió el año pasado.

Después  reflexioné de por qué hay gente que utiliza a los demás para lograr sus fines mezquinos.  O los usan, como decimos en los pueblos, como “carne de cañón”.
¿Por qué esperan que otros hagan lo que ellos deben hacer?

Ahora, con respeto,  me dirijo a este sujeto.  Sabés que el poder corrompe,  y lo adorás.  La política es un negocio, y de  los más turbios. Gente como vos dicen velar por el bien común, pero todo es una farsa.  Te seduce el poder. Siempre has vivido así.  Has estado en todos los bandos, siempre y cuando te quede “buena ganancia”.

Te autonombrás honrado, íntegro e insobornable, pero   la pestilencia de tu verdadera identidad te  delata.

Sos de esos sirvientes,  lacayos y vasallos  que defienden a capa y espada los privilegios de amos negros…
Demostrás la descomposición  y putrefacción moral y ética…
Sos cínico y tu doble discurso comienza a fastidiar. 
¿Y me cuestionás de por qué no exijo transparencia a los alcaldes?
¡Descarado!

Sos un parásito social, tu modus operandi lo grita.
Mercader, judas.
Rendirás cuentas y un día, el pueblo quizá te apedree.

En medio de tanta sandez, me tomo un tiempo para  fumar optimismo. Así  somos los que hablamos en voz alta, porque nadie nos uniforma la dignidad.
Vos hablás con el alcalde, con el gobernador, con el diputado y con el presidente, pero no tenés el privilegio que yo tengo: hablar de tú  a tú con DIOS.

En la política todo tiene que ser disimulado, le decís a tu círculo cercano, pero, frente al pueblo, sos otro.  Predicás y no te convertís.
Yo sí me mantengo en pie y sé levantarme de mis heridas.
Y es que pensás erróneamente que el mundo es un burdel. ¿Qué se le puede pedir a tu imaginación enferma?
La corrupción lubrica a la política, decís, pero solamente para tus adentros.
¡Lobo con piel de oveja!

Sos seguidor de los sistemas represores y sanguinarios,  aunque prediqués lo contrario.
Tu sed de poder y gloria es insaciable.

Sos parte de todo eso que se ha diseñado para propósitos personales de unos cuantos…y te autonombrás cristiano
Sos un huérfano atado de manos de por vida. Estás condenado por una terrible enfermedad, porque así lo has decidido.  Echaste a la borda al libre albedrío…

Y lo digo yo que siempre me he esforzado  en serle fiel a mis ideales de justicia, libertad y verdad.

Escribo esto y, mientras lo lees, te rasgás las vestiduras, como es tu costumbre.

Te sentís dueños y señor de todo.
Estás contento  ordeñando los recursos públicos y no conocés la vergüenza.

Sos un ignorante enciclopédico del tema “dignidad”.
Cedés con mucha facilidad a los chantajes.

Lees esto y de hoy en adelante vivirás en pánico y tu conciencia ¡tu juez implacable!  te martirizará.

Has logrado por medios indignos  muchos bienes materiales, pero tu dignidad sufre de desnutrición crónica.

Le has robado el pan a muchos, le has robado hasta la sonrisa y el futuro a muchos.
Te apropiás, incluso, de lo que no necesitás.

¿Y aún así exigís  que yo alce mis voz por ustedes? ¡Insolente!

Y, de tu miseria erótica, nada me interesa. Tus inclinaciones sexuales son tu problema.

Te reís de esos pobres que malviven atascados en la miseria por culpa tuya y de muchos otros.
Sobornás a diestra  y siniestra. Sos un parásito, un vividor, un hipócrita.
No podés negar ni ocultar que sos un esclavo del dios dinero. ¡Pobre vos!
Yo soy ajeno a toda codicia y ambición y no le rindo pleitesía a nadie, solamente al Ser Supremo y a todos aquellos seres humanos honrados.

Yo provengo del polvo y cuando llegue mi ocaso, al polvo volveré.
Entonces, ¿por qué estar atado a la vanidad, a la vanagloria y al dios dinero?

Con respeto,

Elder Exvedi Morales Mérida.

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