LA FERIA PATRONAL DE SANTA ANA
HUISTA (XIII)
FUENTE: Huista: un viaje a
través del tiempo. Elder Exvedi Morales Mérida. Guatemala, 26 de julio de 1994.
Veamos lo que John repetiría una
y otra vez, años después: “En la víspera de la celebración se organiza un
convite integrado por 'gigantes', acompañados por un conjunto de marimba que
recorren las calles del pueblo. Por la mañana, se hace la procesión
eucarística.
Desde primeras horas de la
mañana, feligreses, hombres y mujeres,
abarrotaron los alrededores de la iglesia donde está la imagen de la Virgen
Santa Ana, para iniciar un recorrido por las calles céntricas.
El lento recorrido de la
procesión, amenizada por marimba e inmersa en nubes olorosas de incienso.
La plataforma donde va instalada
la Virgen es cargada en hombros por mujeres y hombres y durante su paso van
destruyendo decenas de vistosas alfombras de aserrín de colores y flores que
fueron elaboradas en las calles por otros devotos católicos”.
****
Tras la bendición
del anda, la patrona sale a recorrer las calles. Su paso es acompañado por el
baile de moros y el ritmo del tunito, el instrumento autóctono que se va
apagando… El sacerdote que reparte
bendiciones a todos los puntos cardinales,
llevaría después la semilla de la rebeldía al pueblo.
Son las siete de la noche. La
imagen de la virgen de Santa Ana es levantada en andas. La procesión camina
lento y con parsimonia por la nave de la parroquia hasta dejarse ver en el
atrio. Retumba una nueva marcha en los oídos, con tamborón y trompeta. El
cortejo procesional ha pasado y ahora va rumbo a la calle Real, en donde le
espera una alfombra enorme de flores, hojas de pacaya, de pino y de
sabino.
Y
comenzaron a tronar los bombazos y los cohetes de vara de carrizo.
¡Son torrentes de
agua bendita los que asperja con su hisopo!
La imagen luce sus mejores
galas: vestido de satín blanco, capa corinta de pana y reluciente.
A cada momento se hacen en el
rostro la señal de la cruz.
Incienso, cera, pabilos
chisporroteando, aroma de flores…
“Al sonido de un
son tradicional de la marimba de los “Gaspares”, va la patrona en andas, por
las calles. Estallan las bombas, relucen las alfombras de pino, hojas de
pacaya, pétalos de rosa, arena blanca y hojas de sabino”, recordaría muchos años después Juan
de Dios.
-Tan chula que
está la virgencita-, dicen las mujeres, mientras rezan.
Alegres suenan las
campanas.
John, escribiría después: “La parroquia y la plaza se pintan de fiesta: revuelo de
campanas, palomas y quema de pólvora anunciando el paso de la procesión.
Julio se
viste de fiesta y de estreno con la llegada de la feria en honor a la patrona.
Los católicos de este valle entregan sus penas y sus angustias, a fuerza de
desgranar rosarios, a los pies de la imagen de Santa Ana”.
-Ahora que estamos de fiesta, he
escuchado hablar de de San Simón. ¿Qué sabe al respecto?-pregunta John.
Y tío Chema, amable y cortés como siempre, responde: San
Simón, cuyo día se celebra el 28 de octubre, es un ícono que se ha constituido
en uno de los símbolos de la concepción espiritual de la población guatemalteca
de mayor extensión, no aceptado por ninguna religión, cuyo culto se concentra
en San Andrés Itzapa, Chimaltenango, y que ha traspasado las fronteras. Es el
resultado del sincretismo religioso cristiano con la espiritualidad
indígena-maya tanto en el ámbito del bien, como en el mal.
El Maximón atiteco se ladinizó
en San Andrés Itzapa, pero los sistemas de cultos son diferentes. Estas efigies
se reducen al personaje bíblico Judas Iscariote, quien tuvo un hijo llamado
Simón, del cual se tomó el nombre para designar a Iscariote como Simón Judas,
de donde también proviene Maximón, palabra tz’utujil que equivale a ma-don o
señor Ximón-Simón, que se traduce como don o señor Simón. Es protector de viajeros y sobre todo de los
comerciantes, ya que continuamente se le pide suerte y abundantes ganancias en
los negocios. Esto me lo contaba un amigo comerciante de Sololá que iba mucho a
Comitán.
En cierta ocasión, esta imagen
iba a ser quemada. Muchos se opusieron porque le tenían fe. Un hombre la salvó y trató de esconderla, pero le fue
arrebatada. Cuando trataron de chamuscarla esta salió como si nada de las
llamas. Por ello se cree que tiene fuerza y poder y que dejó de ser Judas para
convertirse en San Simón. Luego la trasladaron a una casa, la sentaron y
vistieron con buenas ropas y le rindieron culto.
Recuerdo que ese mi amigo
comerciante de Sololá decía que aunque le digan que es solo un pedazo de
madera, detrás de San Simón hay un espíritu, un ser bueno, para pedir suerte en
sus negocios. Bueno, cada uno con sus costumbres, sus tradiciones, sus
creencias, su fe…
El santuario atrae a gran
cantidad de peregrinos centroamericanos y mexicanos, además de militares y de
grandes personalidades de la política nacional. El 28 de octubre hay
concurrencia de fieles, se queman juegos pirotécnicos y hay bailes y música de
marimba.
-Muy interesante-, dice John, mientras escribe en su libreta.
“Al principio, sólo tres juegos
mecánicos venían: Rueda de Chicago, de Caballitos y de sillas voladoras. En el atrio de la iglesia bailaban los moros.
Sus máscaras y turbantes con espejitos, de sus chillantes atuendos rojos y
azules, de los brinquitos que daban y, sus jerigonzas. Quemaron siete toritos
de fuego por la noche”, escribiría años después Juan de Dios.
Era la media noche
y a lo lejos se oía la música y los cohetes de la fiesta patronal.
El cielo coronado
de estrellas.
FUENTE: Huista: un viaje a
través del tiempo. Elder Exvedi Morales Mérida. Guatemala, 26 de julio de
1994.