Y siguió el camino
con el corazón en alto
sin perder el horizonte
de sus sueños.
Dejó
en un mar de lágrimas
a su anciana madre.
Y la miseria
como perra maldita
se quedó aullando
a la orilla del camino.
Se acercaba al Norte
pero se alejaba del Sur.
En voz baja
se prometía
volver a casa
un día
con suficiente dinero
para que en la mesa
jamás volviera
a faltar nada.
Las distancias
lo vapuleaban,
pero no claudicaba.
Las hojas del calendario
como golondrinas
alzaron el vuelo
y un día,
al caer la tarde,
retornó a casa,
y he ahí su madre amorosa
como siempre
esperándole
con los brazos abiertos,
y algo delicioso
para saciar su hambre
y apagar su sed.
Elder Exvedi Morales Mérida.
Del poemario ¿Extranjero yo?
(1996)
No hay comentarios:
Publicar un comentario