I
Su cinismo
-ladrón de inspiraciones-,
no conoce fronteras.
Sueña,
por ejemplo,
al mundo a sus pies.
Espera pleitesía
del universo entero
cuando no es más
que un farsante,
un embustero.
Quizá su conciencia
trata de arrancarle la ceguera
y su sordera profunda
emerge con su negrura
y lo ensombrece más.
Nada hay más estúpido
que decirle a la muchedumbre:
estas inspiraciones,
prosélitos amigos,
son de mi generosa cosecha,
cuando
no es más
que un cleptómano.
Pero,
a pesar de todo,
entiendo su miserable autoestima intelectual,
rayana en la esquizofrenia
de la envidia y la inquina…
Pero entienda,
hermano mío:
es triste ser
un esclavo de la vanidad.
Elder Exvedi Morales
Mérida. 17 de Marzo de 2012.
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