20 DE OCTUBRE DE
1944
Elder Exvedi
Morales Mérida.
Huista: Un viaje
a través del tiempo. 1995.
***
El 20 de
octubre amaneció oloroso a pino, a música de marimba, a pólvora y a guaro…
A las
cinco de la mañana, las campanas de la iglesia derramaron júbilo, y los cohetes
de vara alzaron el vuelo, e iluminaron
el cielo sereno de Santa Ana Huista.
John
despertó alarmado.
-¿Qué sucede Juan?
-Nada
malo John. Hoy estamos conmemorando la Revolución de Octubre de 1944-,
respondió Juan de Dios. Y agregó:-Cambiémonos y vamos a la plaza, que está
alegre.
- No
escuché bien. ¿Qué celebran?
-
Se conmemora la Revolución del 20 de
Octubre de 1944, excelso acontecimiento político, social, económico y cultural
de carácter democrático, que durante diez años impulsó cambios profundos en las
históricas y antiguas condiciones estructurales de la sociedad-, respondió
conmovido.
La “Marimba de los Lemus”, integrada por los señores Mateo
López, Néstor Lemus Mata, Bartolo Felipe, Úrsulo Herrera, y dirigida por Vidal
Lemus Mata, amenizó la fiesta.
Este conjunto
marimbístico fue a giras a Chiapas,
México, especialmente a Paso Hondo y Comalapa, lugares donde fueron muy aplaudidas sus actuaciones.
Según descendientes de
éstos músicos, los mexicanos se
expresaban de este conjunto de la manera siguiente: “Esa marimba de
Huista es buenísima”.
Todos
los presentes degustaron tamales y café, y cusha, por supuesto, porque, como
dicen en el pueblo, una fiesta sin guaro, no es fiesta…
Hubo
discursos, declamaciones y se leyeron las biografías de Juan José Arévalo
Bermejo, Juan Jacobo Árbenz Guzmán, Alfonso Bauer Paiz, Manuel Galich, María
Chinchilla, entre otros.
Una
señorita y un muchacho declamaron versos de Otto René Castillo, de Fausto
Aguilera, de Miguel Ángel Asturias, de Margatira Carrera, de Félix Ávila
Calderón y de Miguel Ángel Vásquez, por citar a algunos.
El poeta
e historiador fue invitado al estrado
para que leyera una reseña histórica de este episodio de la historia
guatemalteca.
Y John
preparó bolígrafo y libreta para anotar.
Con voz
conmovida y los ojos llenos de lágrimas, leyó:
“El día
viernes, 20 de octubre de 1944, cuando la mañana comenzaba a florecer, en la
Ciudad de Guatemala, un grupo de valerosos y dignos oficiales de alta en la
Guardia de Honor que estaban comprometidos para iniciar el golpe revolucionario
se levantó a la hora señalada, llegando al pabellón del
general
Francisco Corado para capturarlo, pero éste principió a disparar, hiriendo al
capitán Alberto Escobar. Entonces se vieron obligados a ultimarlo; luego
abrieron la puerta a un grupo de estudiantes universitarios y de civiles
que llegaron a reforzar el movimiento.
Las tropas principiaron a avanzar a sus objetivos militares. El pueblo
valeroso, harto del ubiquismo, del oscurantismo, acudió a darle todo su apoyo al movimiento y
se armó a más de 5000 hombres. Después de varias horas de cruenta lucha, se
logró el bloqueo del Palacio Nacional, donde estaban los principales miembros
del gobierno provisorio de Federico Ponce Vaides, a quienes se mandaba un
ultimátum de rendición.
El
presidente provisorio, aprendiz de dictador, al ver en llamas los fuertes,
principalmente el de San José, donde posteriormente se construyó el monumental
Teatro Nacional “Miguel Ángel Asturias”,
se rindió bajo la promesa de respetarle la vida a él y a su Estado
Mayor. Entre los líderes estaban “El Soldado del Pueblo” Juan Jacobo Árbenz
Guzmán, Francisco Javier Arana, capitán Manuel de J. Pérez, teniente Enrique de
León Aragón, dirigente obrero Silverio Ortiz, entre otros.
Esta
gesta acabó con la servidumbre más directa”.
El
pueblo escuchó atentó.
-Malayas
un Juan José Arévalo o un Jacobo Árbenz Guzmán ahora-, se lamentó doña
Esdrújula.
- Originalmente
se había planeado que el alzamiento de la Guardia de Honor se llevaría a cabo
el 10 o el 11 de noviembre, pero fue necesario abortar ese plan porque primero
se desapareció el coronel Aldana Sandoval debido a que huyó a Asunción Mita
porque la Policía Secreta le estaba siguiendo de cerca los pasos, y tanto
Toriello como Árbenz también estaban siendo vigilados, por lo que decidieron
adelantar el levantamiento para la noche del 19 de octubre con la ayuda del
mayor Arana, quien fue el elemento fundamental para que se produjera la
insurrección de los oficiales y soldados de la Guardia de Honor, después de que
se llevó a cabo el asesinato del alcohólico Comandante del cuartel, general
Francisco Corado, cuyo primo o hermano, general Daniel Corado, era el ministro
de la Guerra. Hay que reconocer que el capitán Manuel de J. Pérez, jefe de la
Unidad Motorizada, fue un elemento decisivo para que tomaran parte los demás
oficiales, porque en determinado momento ya se estaban echando para atrás al
enterarse del asesinato del general Corado, pero él se impuso al decirles que
no debían ser cobardes y por el bien de la patria tenían que seguir adelante
con el plan. Para eso, ni Árbenz, ni Toriello estaban todavía adentro de la
Guardia de Honor, sino que entraron a bordo de un jeep que conducía el teniente
Enrique de León Aragón cuando desde adentro les abrieron las enormes puertas
del cuartel y ya se había producido el asesinato del general Corado-, explica
tío Chema.
Y tío
Chema continúa:-Poco tiempo más tarde entró también al cuartel un pequeño grupo
de 14 valientes estudiantes universitarios que habían sido convocados por Roberto
Arzú Cobos, amigo de Toriello, de Árbenz y Arévalo, quienes se habían mantenido
esperando hasta la hora indicada en el Salón Granada que estaba situado en la
6a. avenida y 11 calle de lo que ahora es zona 1. Esos valientes estudiantes
universitarios eran: Julio César Méndez Montenegro, Óscar De León Aragón,
Ricardo Asturias Valenzuela, Ricardo Cancelo Osorio, Jorge ("Coca")
Álvarez, Ángel Martínez Franco, Julio Valladares Castillo, Antonio Nájera
Saravia, Jorge Morales, Carlos Andrade Keller, Joaquín Alcain y Fernando
Bregni. Inmediatamente se notificó al doctor Julio Bianchi que ya iba a
comenzar la acción y éste a su vez lo notificó a los dirigentes obreros
Silverio Ortiz, Samuel Guevara, y Teódulo Vega, quienes se presentaron poco más
tarde a la Guardia de Honor. Después de haber sido armados recibieron
instrucciones para salir a las calles a invitar al pueblo a unirse al
movimiento y unos de ellos fueron
designados
para atacar las instalaciones del aeropuerto militar, y cuando estaban
cumpliendo esa orden perdieron la vida los estudiantes Carlos Andrade Keller y
Joaquín Alcain; y todos los demás cayeron presos y no fueron dejados en
libertad sino después de que la Junta Revolucionaria de Gobierno ya estaba
instalada en el Palacio Nacional.
-
Ese mortero que fue disparado desde el Parque Navidad y cayó en el depósito de
municiones o Santa Bárbara del Castillo de San José fue determinante para que
los soldados huyeran en precipitada carrera por temor a que todo fuese a
estallar, y para que el general Ponce Vaides accediera a renunciar. Jorge Toriello
llegó a la embajada y le dijo al embajador que quería conversar con Ponce para
que terminaran los disparos, por lo que le solicitaba su colaboración para
comunicarse con él. Y el embajador gringo accedió. Así fue como se hizo la
llamada telefónica y le dijeron a Ponce que era de parte de la embajada de
Estados Unidos, y cuando contestó, Toriello le gritó: "¡Mirá hijo de la
gran puta, si no te rendís inmediatamente te vamos a llegar a sacar a
pijazos!".
Y tal
parece que esa amenaza le dio temor al general Ponce porque creyó que los
revolucionarios contaban con el apoyo de la embajada de los Estados Unidos-añade
tío Chema.
***
Don Genolacio
vendió suficientes ejemplares de El Huisteco ese día.
-Púchicas,
tan novelera la gente usté-, se quejó doña Mardoquea.
-¿Por
qué lo dice doña Mardo?
-Porque
no sé qué chiste le sienten leer ese periódico.
Don
Filomeno Hernández Domínguez, toma el Huisteco y, fervoroso, lee: “La
Revolución de 1944 fue un alzamiento cívico
militar que tuvo lugar el 20 de octubre de 1944 en Guatemala, mediante el cual
se derrocó al presidente provisorio del país, Federico Ponce Vaides y se
constituyó una Junta Revolucionaria provisional, compuesta por Francisco Javier
Arana, Jorge Toriello Garrido y Jacobo Árbenz Guzmán. Con ello se dio pasó a la
elección del gobierno democráticamente elegido del ilustre doctor Juan José Arévalo Bermejo.
La
Revolución de Octubre de 1944 derrocó del poder a Federico Ponce Vaides,
nombrado presidente provisional tras la salida de Jorge Ubico, quien renunció a
su cargo.
El foco
militar del alzamiento estuvo en el cuartel Guardia de Honor, bajo el comando
del Mayor Francisco Javier Arana. Aún cuando se venía gestando desde antes,
comenzó a materializarse en los meses de mayo y junio del año citado, con
acciones de rebeldía, desobediencia civil y manifestaciones populares contra el
régimen de Jorge Ubico, quien gobernaba Guatemala desde 1931. Los principales
actores fueron profesionales, estudiantes universitarios y maestros, a los que
pronto apoyaron otros sectores ciudadanos, principalmente de extracción urbana.
Después
de la renuncia del dictador Jorge Ubico, una junta militar se hizo cargo del
poder ejecutivo, la cual se disolvió el 4 de julio de 1944 para instaurar el
mando en el General Federico Ponce Vaides, en
calidad
de presidente provisional. De julio a septiembre del mismo año, Ponce comenzó a
dictar medidas coercitivas contra la ciudadanía, apoyado por el Partido Liberal
Progresista, con el objeto de perpetuarse en el poder. Varios oficiales
militares de rango intermedio de alta en el batallón de la Guardia de Honor,
comenzaron a cambiar impresiones y a proponer soluciones para evitar el
entronamiento de una nueva dictadura en el país.
Entre
los militares estaban Manuel J. Perez, Mayor Carlos Aldana Sandoval y Francisco
Javier Arana, a quienes se sumó prácticamente toda la oficialidad de aquel
cuerpo militar. Algunos se encargaron de mantener contactos con diversos
activistas civiles que colaborarían durante la lucha armada. Los enlaces
principales que mantuvieron fueron los militares de baja Jacobo Árbenz Guzmán y
Enrique de León Aragón. Además, el hombre de negocios Jorge Garrido Toriello,
el dirigente obrero Silverio Ortiz, el político Julio Bianchi y un grupo de
estudiantes encabezados por Julio Méndez Montenegro, Oscar de León Aragón y
Julio Valladares Castillo, entre otros.
En la
noche anterior al 20 de octubre de 1944, después de coordinar las unidades que
estarían en combate, de comprobar las comunicaciones, adjudicar misiones y
objetivos de establecer un puesto de mando, los mayores decidieron iniciar las
operaciones de acuerdo con el plan estratégico establecido, sin la asistencia
del mayor Aldana Sandoval y del coronel Humberto Díaz, quienes por diversas
razones no estuvieron presentes en la hora convenida. Dos piezas de artillería
fueron situadas en la zona 5 para cañonear el Castillo de Matamoros mientras
que dos tanques cubrían el frente del cuartel para evitar fugas.
Desde
los altos del Cerrito del Carmen, otras dos unidades bombardearon el Castillo
de San José, también sitiado por otro par de tanques. Fue neutralizado el campo
de aviación. Luego fueron ubicados cuatro cañones más contra Matamoros y el
Castillo de San José produciendo, en ambos, estragos materiales en los
edificios y una considerable cantidad de bajas entre muertos y heridos. Además,
fueron colocados cuatro tanques frente al Palacio Nacional con la orden de
atacar en caso de encontrar resistencia.
Pronto
se reunieron con Jacobo Árbenz, Jorge Toriello y el teniente Enrique de León
Aragón, quienes estuvieron repartiendo armas a los civiles que las solicitaban
para unirse a la lucha.
Los
primeros civiles que se incorporaron a la lucha armada fueron quince
estudiantes universitarios que llegaron a la Guardia de Honor a las dos de
la mañana, quienes fueron armadas
inmediatamente. Otro contingente civil muy valioso fue el constituido por
obreros armados liderados por el legendario dirigente Silverio Ortiz, miembro
prominente de los artesanos y obreros que combatieron en 1920 contra el tirano
Manuel Estrada Cabrera. Entre todos ellos lograron reunir ochocientos hombres
que pelearon en diversos barrios de la ciudad, entre otros, La Palmita, La
Reformita, Santa Cecilia y en las calles céntricas, enfrentándose a la policía
nacional y a los francotiradores que cobraron muchas vidas humanas. El
contingente obrero estuvo integrado por albañiles, carreteros, maestros,
tipógrafos, ferrocarrileros, jornaleros y toda una amplia gama de oficios.
En las
primeras horas de la mañana del 20 de octubre, el Castillo de Matamoros elevó
la bandera blanca en señal de redención. A
las 10:30 hizo lo mismo el Castillo de San José. Algunos hechos
callejeros violentos por parte de la resistencia obligaron al ejército
revolucionario a integrar con estudiantes y maestros un cuerpo de vigilancia
llamado Guardia Cívica, que patrulló la Ciudad de Guatemala desde la noche del
20 de octubre en adelante, en sustitución de la policía nacional. Los boy
scouts también pusieron su grano de arena dirigiendo el tráfico en las esquinas
más concurridas y las mujeres guatemaltecas merecieron una mención especial
debida a su labor como ayudantes de enfermería en los hospitales y puestos de
socorro.
El 20 de
octubre de 1944 selló por primera vez en la historia republicana de Guatemala
la unión entre ejército y civiles revolucionarios. Después de la rendición de
los dos bastiones militares defensores del gobierno de Federico Ponce, el
mandatario y su gabinete levantaron la bandera blanca del cese de hostilidades.
Para ello fue necesario que los combatientes revolucionarios llegaran al
acuerdo de integrar un mando unificado integrado por Francisco Javier Arana,
representando a los jóvenes oficiales de la Guardia de Honor y Jacobo Árbenz
Guzmán y Jorge Toriello Garrido, en representación de los sectores militares
democráticos egresados de la Escuela Politécnica, así como a los estudiantes,
obreros y políticos que coadyuvaron a derrocar las tiranías de Ubico y Ponce
Vaides.
Los dirigentes
exigieron telefónicamente la renuncia escrita de Ponce, desde la embajada de
Estados Unidos. Después de solicitar la mediación del cuerpo diplomático y de
cuatro horas de negociación, ambas partes acordaron los términos de la
rendición del gobierno y el cese total de hostilidades de las fuerzas militares
que lo apoyaron”.
*Con información de
José Antonio Móbil
Don Meno
había concluido la lectura, cuando entre
la muchedumbre apareció el poeta declamando un poema de su fructífera cosecha:
Y LLEGÓ
OCTUBRE LIBERTARIO…
Y llegó octubre libertario
con
sus lumbreras,
con sus teas, con
sus manojos de ocotes milenarios,
con su luz
y alegría y optimismo.
Y retoñó
la vida.
Y el
pueblo, mi pueblo, nuestro pueblo, el
pueblo de todos, hermanos míos,
despertó de su letargo, y le
nacieron,
en cada costado de su primaveral geografía,
milpas
fecundadas, de esperanzas y utopías.
Y
violines astrales y marimbas radiantes.
Vino,
pues, hermanos,
la música del
alba
a aplastar, a tanta
oscuridad que
nos subyugaba y se defecaba
en nuestra dignidad.
Y Manuel
Paz, Atanacio Tzul,
Lucas Aguilar, Manuel Tot,
Juan
Pueblo, y muchos otros,
¡Auténticos patriotas y adalides! lloraron
de júbilo ver por fin a la patria
libre, soberana e independiente,
porque la del 15 de septiembre de 1821,
es una de las
tantas farsas que arrastramos.
En los
surcos, los frutos lozanos,
entonaron la canción más esplendente
de amor y libertad,
y en cada
esquina, sonora de la patria,
proliferaron las sonrisas.
Y
entonces, solo entonces, hermanos míos, lo
sabemos de sobra: la patria fue, por primera vez,
libre, soberana e independiente.
¡Viva el
20 de Octubre!
Y los
aplausos no se hicieron esperar, pero algunas personas señalaron de loco al
poeta…
***
Jorge
Ubico Casteñeda gobernó durante 13 años, cuatro meses y 16 días de tiranía
militar y feudal del entonces partido gobernante: el Liberal Progresista.
Fue un
ejemplo eminente, pues por ser un joven aristócrata, ahijado del general
Barrios, de familia latifundista, no fue a la Academia pero pudo ascender como
oficial “de línea” al más alto puesto.
Pocos quizás se preguntan cómo fue posible
que un tirano del talante de Ubico renunciara a su cargo después de haberlo
detentado durante tanto tiempo, que -en una primera oportunidad-, fuera
“electo” y -en dos sucesivas-, “reelecto”. La tercera reelección, se le
frustró.
En cuanto a la chispa que encendió la
pradera, todo indica -espero no estar equivocado- que fue su inopinado
propósito de reelegirse por tercera vez para un mandato que habría de terminar
el 15 de marzo de 1949. Según se sabe, algunos de sus colaboradores y amigos, incluyendo
a su médico de cabecera, consideraban imprudente su propósito de reelegirse una
vez más a sabiendas que la situación y condiciones ya no eran propicias ni
favorables.
El dictador sintió que “la silla
presidencial se le empezaba a mover”. Al enterarse del Memorial de los 311
solicitándole que se restablecieran las garantías constitucionales suspendidas
en junio de 1944, se principió a tambalear. La manifestación del magisterio,
los estudiantes y obreros del 25 de junio de 1944, es violentamente reprimida y
asesinada la maestra María Chichilla. La del día siguiente, es una demostración
de generalizada y masiva indignación: la demanda que se expande y desespera al
dictador, es la petición de su renuncia. Y el asesinato del periodista y
político huehueteco Alejandro Córdova el 1 de octubre de ese mismo año, marca
el punto más alto del descontento social y popular en la capital,
En una situación así y, en esas
condiciones, el tirano se ve obligado a dimitir y, el 1 de julio de 1944,
“confía”, los asuntos de Estado a un triunvirato ubiquista compuesto por los
Generales Federico Ponce Vaides, Buenaventura Pineda y Eduardo Villagrán Ariza.
Reelegirse, prolongar el período
presidencial o tratar de perpetuarse en el poder termina -al fin de cuentas-,
con el derrocamiento hasta del más aparentemente insustituible gobernante o con
ínfulas de serlo.
El
descontento de los meses previos fue creciendo, los acontecimientos ocurridos
el 25 de junio de ese año, cuando una manifestación de maestros fue reprimida
por la policía de la dictadura, con saldo de heridos y la muerte de la maestra
María Chinchilla, sirvió para acumular fuerzas a favor del cambio.
-A
partir del mes de junio de 1944, la cosa se puso color de hormiga. El 1 de
julio de ese año renunció el "general de división" Jorge Ubico
Castañeda, quien realmente no era general de división, ni fue militar porque no
estudió en una academia militar ni tampoco en un cuartel, ni participó en una
guerra, y le sustituyó un triunvirato integrado por los generales Federico
Ponce Vaides, Buenaventura Pineda y Eduardo Villagrán Ariza. Lo que
conmemoramos hoy es el aniversario del levantamiento militar que,
posteriormente, la mayoría del pueblo apoyó con entusiasmo porque ya estaba
cansado de la larga dictadura de Ubico y rechazaba que el alcohólico general
Federico Ponce Vaides tratara de perpetuarse en el poder-, dijo tío Chema.
Y Juan
Huista, ya entonado, como suele decirse de una persona que evidencia haber
consumido licor más de la “cuenta”, pregunta:
-¿Y
quiénes eran esos jodidos generalitos?
-Eran de
los mismo-, respondió tío Chema.
El poeta
e historiador intervino: - Creo necesario aclarar que es un error creer que
ellos fueron "herederos políticos" de Ubico, porque lo que en
realidad ocurrió fue que los tres llegaron a visitarle al Palacio Nacional para
manifestarle su solidaridad y ponerse a sus órdenes, pero el dictador estaba
tan tenso y decepcionado porque hasta su amigo el doctor Wunderlich le hubiese
pedido la renuncia después de la muerte de la profesora María Chinchilla, el 25
de junio, que creyó que los generales que le estaban visitando iban a exigirle
eso mismo y cuando entraron a su despacho les gritó: "¡Ya sé a qué vienen! ¿Lo que quieren es
mi renuncia, verdad? ¡Pues aquí está esa mierda!" y les lanzó a la cara un
papel en el que estaba escrita a máquina y firmada su renuncia. Los generales
iban a aclararle que ese no era el propósito de su visita, pero se los impidió
uno de los secretarios de Ubico, de apellido Melgar, y creyó que si esos
militares ignorantes asumían el poder, él sería quien iba a gobernar, y ya no
dijeron nada.
Pocos
días después, Ponce Vaides se sacudió a los otros dos generales y se adueñó del
mando e hizo que los diputados del partido oficial, el Liberal Progresista le
nombraran Presidente Provisorio, en un acto por demás funesto y vergonzoso en
el Congreso, al que hizo invadir por soldados y policías al mando del jefe de
la Policía de Hacienda, coronel Alfredo Castañeda. El único diputado que se
opuso a su nombramiento fue el ex telegrafista huehueteco Alejandro Córdova, quien era el
director del periódico vespertino El Imparcial, pero esa misma noche fue
asesinado a balazos frente a su residencia por sicarios del gobierno.
El
general Federico Ponce Vaides llegó al hemiciclo del Congreso Nacional para ser
nombrado presidente provisorio por los diputados serviles del partido Liberal
Progresista.
Leyó su
mensaje ante los presidentes de los poderes Judicial y Legislativo y de los
obedientes y rastreros diputados liberales el 15 de septiembre con la idea de
permanecer indefinidamente en el poder y gobernar Guatemala con la
característica mano dura militar. El acto se celebró a puerta cerrada y para
respaldarlo durante tan infame farsa ingresó al recinto legislativo un contingente
de soldados al mando del coronel Alfredo Castañeda y una compañía de Cadetes de
la Escuela Politécnica al mando del capitán Jacobo Árbenz Guzmán, quien al
darse cuenta de esa situación pidió su baja para conspirar contra el gobierno
espurio de Ponce Vaides. Miren pues amigos cómo Árbenz sí era un auténtico
patriota.
-Es
cierto lo que dice. Para esos días, el capitán Jacobo Árbenz Guzmán todavía
estaba de alta como oficial en la Escuela Politécnica, y le disgustó tanto ver
aquella dantesca escena en el Congreso de la República que pidió su baja del
Ejército y a partir de ese día se dedicó a conspirar para derrocar al régimen
espurio del general Ponce Vaides, para lo cual se juntó con uno de sus más
íntimos amigos con quien jugaba polo, Jorge Toriello Garrido. Pocos días más
tarde, ambos se reunieron con el teniente coronel Carlos Aldana Sandoval, por
entonces Jefe de la Sección Motorizada del cuartel Guardia de Honor, quien a su
vez habló con su subalterno el Jefe de los Tanques de Guerra, el mayor "de
línea" (no graduado en la Escuela Politécnica) Francisco Javier Arana,
para que se uniera al complot. Pero si el teniente coronel Aldana Sandoval, no
se hubiese ido a esconder a Asunción Mita porque le perseguía la Policía
Secreta, él habría sido miembro de la Junta Revolucionaria de Gobierno y no el
mayor Francisco Javier Arana.
***
La Junta
Revolucionaria introdujo modificaciones inmediatas: cambio de leyes,
universidad nacional y autónoma, nueva Constitución y elecciones generales. El
primer gobierno de la Revolución, dirigido por el doctor Juan José Arévalo Bermejo, se hizo cargo de los cambios
profundos en la educación, las
relaciones de trabajo, política internacional, salud y seguridad social. Pronto
fue sometido, sin embargo, a las presiones del imperio expresadas en numerosos
intentos de golpe de Estado, la batalla ideológica “anticomunista” de la
Iglesia Católica y la resistencia de los grandes ricos y empresas
estadounidenses que monopolizaban la producción bananera, la energía eléctrica
y los ferrocarriles y los puertos. En 1950 se eligió al segundo gobierno de la
Revolución, bajo la conducción del coronel Juan Jacobo Árbenz Guzmán, el
“Soldado del Pueblo”, líder de la gesta y Ministro de la Defensa. Su proyecto
de gobierno fue claro: la carretera al
Atlántico para romper el monopolio de la IRCA, una hidroeléctrica para
restringir el poder de la Empresa Eléctrica y la Reforma Agraria, para pasar de
relaciones feudales de producción a relaciones capitalistas de tenencia y uso
de la tierra. Era la medida clave para la transformación revolucionaria del
país y el desarrollo basado en la agroindustria. Y esa fue la gota que llevó a
Washington a dejar de pensar en ineficientes golpes de Estado y lanzarse a una
intervención directa. En 1954, esta intervención, dirigida en el terreno
militar por la CIA y en el terreno político por los Dulles, Eisenhower y Nixon,
cortó nuestra “Primavera Democrática”, interrumpió la Revolución y nos
convirtió en el “país de la eterna represión”…
***
En
El Huisteco, página 7, se publicó la siguiente nota: “Luego del triunfo
revolucionario florecieron los diez años de la “primavera democrática”, en ese
corto tiempo, se alternaron el ejercicio del poder político, primero una Junta
Revolucionaria cívico militar integrada por los coroneles Francisco Javier
Arana y Jacobo Árbenz Guzmán, acompañados por el ciudadano Jorge Toriello
Garrido. El triunvirato revolucionario sentó las bases para construir e
institucionalizar la revolución democrática, convocar a una Asamblea Nacional
Constituyente que redactó una nueva Constitución Política, crear instituciones y
convocar a elecciones libres.
En
las elecciones realizadas el doctor Juan José Arévalo Bermejo fue elegido
Presidente, a él se deben ejecutorias positivas en la educación, la cultura, la
economía, la política, los derechos individuales y sociales. Se promulgó el
Código de Trabajo, se creó el Seguro Social, se construyeron escuelas de
educación primaria y de segunda enseñanza, se promovieron instituciones
artísticas y académicas, se fundó la Facultad de Humanidades de la Universidad
de San Carlos, museos y escuelas de artes, en fin, el primer Gobierno de la
Revolución, empujó cambios que intentaron modificar las condiciones
estructurales injustas, desiguales, excluyentes y discriminatorias de aquellos
años.
El
segundo Gobierno revolucionario presidido por Juan Jacobo Árbenz Guzmán,
profundizó políticas revolucionarias e impulsó cambios estructurales para
romper viejos esquemas, sobre todo, los que prevalecían en la base de las
relaciones sociales de producción. Propuso desarrollar un capitalismo moderno,
basado en la recuperación de miles de hectáreas de tierra en manos de compañías
privadas estadounidenses, en quebrar los monopolios norteamericanos de la
electricidad, las comunicaciones, el ferrocarril y en entregar tierra a los
campesinos. Se promulgó el Decreto 900, Ley de Reforma Agraria, se expropiaron
tierras en posesión de la compañía frutera estadounidense, se inició la
construcción de la hidroeléctrica Jurún Marinalá y de la carretera al
Atlántico. El presidente Árbenz, mantuvo una postura nacionalista defendiendo
los recursos naturales, la dignidad, la libre determinación y soberanía
nacional.
Las
decisiones del Gobierno de Árbenz afectaron intereses norteamericanos, disgustaron
al Gobierno del país del Norte que acusó a Árbenz de “comunista”, prejuicio que
usaron para urdir una conspiración en contra del Gobierno guatemalteco. El
proyecto revolucionario de 1944 tuvo una efímera pero productiva vida, fue
interrumpido en 1954 luego que el Gobierno estadounidense organizó, financió y
dirigió una invasión mercenaria para derrocar al Gobierno democrático del
coronel Árbenz”.
***
En este
contexto, el primer gobierno de la Revolución se caracterizó por importantes
avances; se suprimió la ley de vagancia y todas las formas de trabajo forzado;
se creó el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social; se promulgó el Código
del Trabajo, que reconoce salario mínimo, contratos obligatorios, igual pago
por igual trabajo, derecho a la seguridad social, derecho de huelga y de formar
sindicatos. El gobierno destinó 1/3 de los gastos estatales a una ambiciosa
inversión social; legalizó los partidos políticos y amplió las libertades de
expresión, prensa, etc. Asimismo, se dio un fuerte impulso a la literatura, el
deporte, el arte, la construcción de infraestructura cultural, por ejemplo, la
construcción del edificio actual de la Biblioteca Nacional que lleva el nombre
del ilustre Luis Cardoza y Aragón. Guatemala pues, es renovada, como dice el poeta
Juan de Dios Hidalgo.
¿Qué
gobernantes han emulado a los ex presidentes Juan José Arévalo Bermejo y Jacobo
Árbenz Guzmán? Las conquistas logradas en los diez años que representaron un
salto histórico en la vida política, económica, social y cultural del país, son
diversas.
La ley
de Reforma Agraria de 1952 sancionó la expropiación de tierras ociosas en
terrenos de más de 223 acres y se acompaña de la creación del Departamento
Agrario Nacional y el Banco Nacional Agrario, encargados de facilitar créditos
y asistencia técnica a los nuevos propietarios. En dos años, la Reforma Agraria
otorga 1002 fincas y 1.901.073 hectáreas para 100.000 familias. Y el Banco
Nacional Agrario “concede 11.881.432 quetzales en créditos”, según afirma su
fundador y primer presidente, Alfonso
Bauer Paiz: Crece rápidamente el mercado interno. De la noche a la mañana los
niveles de vida en el campo aumentan, los empleados adquieren máquinas de
coser, radios, refrigeradoras eléctricas y de gas y otros artículos para su
comodidad familiar. Por supuesto, todos los comerciantes están satisfechos
porque se les abren insospechadas posibilidades de venta en todo el país.
“Los
guatemaltecos que conocíamos nuestro pasado y habíamos vivido parte de él, nos
sentimos en un país distinto, dijo el “Padre del Teatro Guatemalteco”, Manuel
Galich. En un país que se había colocado, de la noche a la mañana, como si
fuera dueño de la máquina del tiempo, en pleno siglo XX, después de haber
vivido en los más tenebrosos, hasta la misma víspera”.
Guatemala ha sido libre, soberana e
independiente, durante 10 años, los 10 años de primavera, de 1944 a 1954.
Hablar de soberanía antes y después, es una utopía. Tristemente, en pocos
centros educativos se escudriña esta parte gloriosa de nuestra historia patria.
-La
gesta revolucionaria de 1944 es el evento más significativo de la historia de
Guatemala, que no fue solamente el levantamiento armado del 20 de Octubre, sino
que tuvo precedentes concretos –luchas en la Universidad de San Carlos en mayo
y junio; manifestaciones populares en las calles; y pronunciamientos
importantes ante hechos impactantes, como los asesinatos de María Chinchilla y
Alejandro Córdova– y todo un desarrollo a lo largo de diez años durante los
gobiernos democráticos de Juan José Arévalo y Jacobo Árbenz Guzmán. Sectores
importantes de la sociedad guatemalteca, clase trabajadora y capas medias,
habían llegado a la frustración total con el gobierno dictatorial que había
mantenido el general Jorge Ubico Castañeda y estaba en agosto en manos de
Enrique Ponce Vaides- dijo tío Chema, casi gritando.
***
La
celebración concluyó hasta la medianoche. Y tío Chema, Juan de Dios, John,
Pedro Ixim y Juan Huista regresaron haciendo ochos a casa, de tan borrachos.
¡Viva
Árbenz!
¡Viva
Arévalo!
¡Viva la
Revolución de Octubre!
Se oía
aún, a pesar de la hora y de la
distancia.
FUENTE: Huista: Un
viaje a través del tiempo. Elder Exvedi Morales Mérida. 20 de octubre de 1995
20 DE OCTUBRE DE
1944
Elder Exvedi
Morales Mérida.
Huista: Un viaje
a través del tiempo. 1995.
***
El 20 de
octubre amaneció oloroso a pino, a música de marimba, a pólvora y a guaro…
A las
cinco de la mañana, las campanas de la iglesia derramaron júbilo, y los cohetes
de vara alzaron el vuelo, e iluminaron
el cielo sereno de Santa Ana Huista.
John
despertó alarmado.
-¿Qué sucede Juan?
-Nada
malo John. Hoy estamos conmemorando la Revolución de Octubre de 1944-,
respondió Juan de Dios. Y agregó:-Cambiémonos y vamos a la plaza, que está
alegre.
- No
escuché bien. ¿Qué celebran?
-
Se conmemora la Revolución del 20 de
Octubre de 1944, excelso acontecimiento político, social, económico y cultural
de carácter democrático, que durante diez años impulsó cambios profundos en las
históricas y antiguas condiciones estructurales de la sociedad-, respondió
conmovido.
La “Marimba de los Lemus”, integrada por los señores Mateo
López, Néstor Lemus Mata, Bartolo Felipe, Úrsulo Herrera, y dirigida por Vidal
Lemus Mata, amenizó la fiesta.
Este conjunto
marimbístico fue a giras a Chiapas,
México, especialmente a Paso Hondo y Comalapa, lugares donde fueron muy aplaudidas sus actuaciones.
Según descendientes de
éstos músicos, los mexicanos se
expresaban de este conjunto de la manera siguiente: “Esa marimba de
Huista es buenísima”.
Todos
los presentes degustaron tamales y café, y cusha, por supuesto, porque, como
dicen en el pueblo, una fiesta sin guaro, no es fiesta…
Hubo
discursos, declamaciones y se leyeron las biografías de Juan José Arévalo
Bermejo, Juan Jacobo Árbenz Guzmán, Alfonso Bauer Paiz, Manuel Galich, María
Chinchilla, entre otros.
Una
señorita y un muchacho declamaron versos de Otto René Castillo, de Fausto
Aguilera, de Miguel Ángel Asturias, de Margatira Carrera, de Félix Ávila
Calderón y de Miguel Ángel Vásquez, por citar a algunos.
El poeta
e historiador fue invitado al estrado
para que leyera una reseña histórica de este episodio de la historia
guatemalteca.
Y John
preparó bolígrafo y libreta para anotar.
Con voz
conmovida y los ojos llenos de lágrimas, leyó:
“El día
viernes, 20 de octubre de 1944, cuando la mañana comenzaba a florecer, en la
Ciudad de Guatemala, un grupo de valerosos y dignos oficiales de alta en la
Guardia de Honor que estaban comprometidos para iniciar el golpe revolucionario
se levantó a la hora señalada, llegando al pabellón del
general
Francisco Corado para capturarlo, pero éste principió a disparar, hiriendo al
capitán Alberto Escobar. Entonces se vieron obligados a ultimarlo; luego
abrieron la puerta a un grupo de estudiantes universitarios y de civiles
que llegaron a reforzar el movimiento.
Las tropas principiaron a avanzar a sus objetivos militares. El pueblo
valeroso, harto del ubiquismo, del oscurantismo, acudió a darle todo su apoyo al movimiento y
se armó a más de 5000 hombres. Después de varias horas de cruenta lucha, se
logró el bloqueo del Palacio Nacional, donde estaban los principales miembros
del gobierno provisorio de Federico Ponce Vaides, a quienes se mandaba un
ultimátum de rendición.
El
presidente provisorio, aprendiz de dictador, al ver en llamas los fuertes,
principalmente el de San José, donde posteriormente se construyó el monumental
Teatro Nacional “Miguel Ángel Asturias”,
se rindió bajo la promesa de respetarle la vida a él y a su Estado
Mayor. Entre los líderes estaban “El Soldado del Pueblo” Juan Jacobo Árbenz
Guzmán, Francisco Javier Arana, capitán Manuel de J. Pérez, teniente Enrique de
León Aragón, dirigente obrero Silverio Ortiz, entre otros.
Esta
gesta acabó con la servidumbre más directa”.
El
pueblo escuchó atentó.
-Malayas
un Juan José Arévalo o un Jacobo Árbenz Guzmán ahora-, se lamentó doña
Esdrújula.
- Originalmente
se había planeado que el alzamiento de la Guardia de Honor se llevaría a cabo
el 10 o el 11 de noviembre, pero fue necesario abortar ese plan porque primero
se desapareció el coronel Aldana Sandoval debido a que huyó a Asunción Mita
porque la Policía Secreta le estaba siguiendo de cerca los pasos, y tanto
Toriello como Árbenz también estaban siendo vigilados, por lo que decidieron
adelantar el levantamiento para la noche del 19 de octubre con la ayuda del
mayor Arana, quien fue el elemento fundamental para que se produjera la
insurrección de los oficiales y soldados de la Guardia de Honor, después de que
se llevó a cabo el asesinato del alcohólico Comandante del cuartel, general
Francisco Corado, cuyo primo o hermano, general Daniel Corado, era el ministro
de la Guerra. Hay que reconocer que el capitán Manuel de J. Pérez, jefe de la
Unidad Motorizada, fue un elemento decisivo para que tomaran parte los demás
oficiales, porque en determinado momento ya se estaban echando para atrás al
enterarse del asesinato del general Corado, pero él se impuso al decirles que
no debían ser cobardes y por el bien de la patria tenían que seguir adelante
con el plan. Para eso, ni Árbenz, ni Toriello estaban todavía adentro de la
Guardia de Honor, sino que entraron a bordo de un jeep que conducía el teniente
Enrique de León Aragón cuando desde adentro les abrieron las enormes puertas
del cuartel y ya se había producido el asesinato del general Corado-, explica
tío Chema.
Y tío
Chema continúa:-Poco tiempo más tarde entró también al cuartel un pequeño grupo
de 14 valientes estudiantes universitarios que habían sido convocados por Roberto
Arzú Cobos, amigo de Toriello, de Árbenz y Arévalo, quienes se habían mantenido
esperando hasta la hora indicada en el Salón Granada que estaba situado en la
6a. avenida y 11 calle de lo que ahora es zona 1. Esos valientes estudiantes
universitarios eran: Julio César Méndez Montenegro, Óscar De León Aragón,
Ricardo Asturias Valenzuela, Ricardo Cancelo Osorio, Jorge ("Coca")
Álvarez, Ángel Martínez Franco, Julio Valladares Castillo, Antonio Nájera
Saravia, Jorge Morales, Carlos Andrade Keller, Joaquín Alcain y Fernando
Bregni. Inmediatamente se notificó al doctor Julio Bianchi que ya iba a
comenzar la acción y éste a su vez lo notificó a los dirigentes obreros
Silverio Ortiz, Samuel Guevara, y Teódulo Vega, quienes se presentaron poco más
tarde a la Guardia de Honor. Después de haber sido armados recibieron
instrucciones para salir a las calles a invitar al pueblo a unirse al
movimiento y unos de ellos fueron
designados
para atacar las instalaciones del aeropuerto militar, y cuando estaban
cumpliendo esa orden perdieron la vida los estudiantes Carlos Andrade Keller y
Joaquín Alcain; y todos los demás cayeron presos y no fueron dejados en
libertad sino después de que la Junta Revolucionaria de Gobierno ya estaba
instalada en el Palacio Nacional.
-
Ese mortero que fue disparado desde el Parque Navidad y cayó en el depósito de
municiones o Santa Bárbara del Castillo de San José fue determinante para que
los soldados huyeran en precipitada carrera por temor a que todo fuese a
estallar, y para que el general Ponce Vaides accediera a renunciar. Jorge Toriello
llegó a la embajada y le dijo al embajador que quería conversar con Ponce para
que terminaran los disparos, por lo que le solicitaba su colaboración para
comunicarse con él. Y el embajador gringo accedió. Así fue como se hizo la
llamada telefónica y le dijeron a Ponce que era de parte de la embajada de
Estados Unidos, y cuando contestó, Toriello le gritó: "¡Mirá hijo de la
gran puta, si no te rendís inmediatamente te vamos a llegar a sacar a
pijazos!".
Y tal
parece que esa amenaza le dio temor al general Ponce porque creyó que los
revolucionarios contaban con el apoyo de la embajada de los Estados Unidos-añade
tío Chema.
***
Don Genolacio
vendió suficientes ejemplares de El Huisteco ese día.
-Púchicas,
tan novelera la gente usté-, se quejó doña Mardoquea.
-¿Por
qué lo dice doña Mardo?
-Porque
no sé qué chiste le sienten leer ese periódico.
Don
Filomeno Hernández Domínguez, toma el Huisteco y, fervoroso, lee: “La
Revolución de 1944 fue un alzamiento cívico
militar que tuvo lugar el 20 de octubre de 1944 en Guatemala, mediante el cual
se derrocó al presidente provisorio del país, Federico Ponce Vaides y se
constituyó una Junta Revolucionaria provisional, compuesta por Francisco Javier
Arana, Jorge Toriello Garrido y Jacobo Árbenz Guzmán. Con ello se dio pasó a la
elección del gobierno democráticamente elegido del ilustre doctor Juan José Arévalo Bermejo.
La
Revolución de Octubre de 1944 derrocó del poder a Federico Ponce Vaides,
nombrado presidente provisional tras la salida de Jorge Ubico, quien renunció a
su cargo.
El foco
militar del alzamiento estuvo en el cuartel Guardia de Honor, bajo el comando
del Mayor Francisco Javier Arana. Aún cuando se venía gestando desde antes,
comenzó a materializarse en los meses de mayo y junio del año citado, con
acciones de rebeldía, desobediencia civil y manifestaciones populares contra el
régimen de Jorge Ubico, quien gobernaba Guatemala desde 1931. Los principales
actores fueron profesionales, estudiantes universitarios y maestros, a los que
pronto apoyaron otros sectores ciudadanos, principalmente de extracción urbana.
Después
de la renuncia del dictador Jorge Ubico, una junta militar se hizo cargo del
poder ejecutivo, la cual se disolvió el 4 de julio de 1944 para instaurar el
mando en el General Federico Ponce Vaides, en
calidad
de presidente provisional. De julio a septiembre del mismo año, Ponce comenzó a
dictar medidas coercitivas contra la ciudadanía, apoyado por el Partido Liberal
Progresista, con el objeto de perpetuarse en el poder. Varios oficiales
militares de rango intermedio de alta en el batallón de la Guardia de Honor,
comenzaron a cambiar impresiones y a proponer soluciones para evitar el
entronamiento de una nueva dictadura en el país.
Entre
los militares estaban Manuel J. Perez, Mayor Carlos Aldana Sandoval y Francisco
Javier Arana, a quienes se sumó prácticamente toda la oficialidad de aquel
cuerpo militar. Algunos se encargaron de mantener contactos con diversos
activistas civiles que colaborarían durante la lucha armada. Los enlaces
principales que mantuvieron fueron los militares de baja Jacobo Árbenz Guzmán y
Enrique de León Aragón. Además, el hombre de negocios Jorge Garrido Toriello,
el dirigente obrero Silverio Ortiz, el político Julio Bianchi y un grupo de
estudiantes encabezados por Julio Méndez Montenegro, Oscar de León Aragón y
Julio Valladares Castillo, entre otros.
En la
noche anterior al 20 de octubre de 1944, después de coordinar las unidades que
estarían en combate, de comprobar las comunicaciones, adjudicar misiones y
objetivos de establecer un puesto de mando, los mayores decidieron iniciar las
operaciones de acuerdo con el plan estratégico establecido, sin la asistencia
del mayor Aldana Sandoval y del coronel Humberto Díaz, quienes por diversas
razones no estuvieron presentes en la hora convenida. Dos piezas de artillería
fueron situadas en la zona 5 para cañonear el Castillo de Matamoros mientras
que dos tanques cubrían el frente del cuartel para evitar fugas.
Desde
los altos del Cerrito del Carmen, otras dos unidades bombardearon el Castillo
de San José, también sitiado por otro par de tanques. Fue neutralizado el campo
de aviación. Luego fueron ubicados cuatro cañones más contra Matamoros y el
Castillo de San José produciendo, en ambos, estragos materiales en los
edificios y una considerable cantidad de bajas entre muertos y heridos. Además,
fueron colocados cuatro tanques frente al Palacio Nacional con la orden de
atacar en caso de encontrar resistencia.
Pronto
se reunieron con Jacobo Árbenz, Jorge Toriello y el teniente Enrique de León
Aragón, quienes estuvieron repartiendo armas a los civiles que las solicitaban
para unirse a la lucha.
Los
primeros civiles que se incorporaron a la lucha armada fueron quince
estudiantes universitarios que llegaron a la Guardia de Honor a las dos de
la mañana, quienes fueron armadas
inmediatamente. Otro contingente civil muy valioso fue el constituido por
obreros armados liderados por el legendario dirigente Silverio Ortiz, miembro
prominente de los artesanos y obreros que combatieron en 1920 contra el tirano
Manuel Estrada Cabrera. Entre todos ellos lograron reunir ochocientos hombres
que pelearon en diversos barrios de la ciudad, entre otros, La Palmita, La
Reformita, Santa Cecilia y en las calles céntricas, enfrentándose a la policía
nacional y a los francotiradores que cobraron muchas vidas humanas. El
contingente obrero estuvo integrado por albañiles, carreteros, maestros,
tipógrafos, ferrocarrileros, jornaleros y toda una amplia gama de oficios.
En las
primeras horas de la mañana del 20 de octubre, el Castillo de Matamoros elevó
la bandera blanca en señal de redención. A
las 10:30 hizo lo mismo el Castillo de San José. Algunos hechos
callejeros violentos por parte de la resistencia obligaron al ejército
revolucionario a integrar con estudiantes y maestros un cuerpo de vigilancia
llamado Guardia Cívica, que patrulló la Ciudad de Guatemala desde la noche del
20 de octubre en adelante, en sustitución de la policía nacional. Los boy
scouts también pusieron su grano de arena dirigiendo el tráfico en las esquinas
más concurridas y las mujeres guatemaltecas merecieron una mención especial
debida a su labor como ayudantes de enfermería en los hospitales y puestos de
socorro.
El 20 de
octubre de 1944 selló por primera vez en la historia republicana de Guatemala
la unión entre ejército y civiles revolucionarios. Después de la rendición de
los dos bastiones militares defensores del gobierno de Federico Ponce, el
mandatario y su gabinete levantaron la bandera blanca del cese de hostilidades.
Para ello fue necesario que los combatientes revolucionarios llegaran al
acuerdo de integrar un mando unificado integrado por Francisco Javier Arana,
representando a los jóvenes oficiales de la Guardia de Honor y Jacobo Árbenz
Guzmán y Jorge Toriello Garrido, en representación de los sectores militares
democráticos egresados de la Escuela Politécnica, así como a los estudiantes,
obreros y políticos que coadyuvaron a derrocar las tiranías de Ubico y Ponce
Vaides.
Los dirigentes
exigieron telefónicamente la renuncia escrita de Ponce, desde la embajada de
Estados Unidos. Después de solicitar la mediación del cuerpo diplomático y de
cuatro horas de negociación, ambas partes acordaron los términos de la
rendición del gobierno y el cese total de hostilidades de las fuerzas militares
que lo apoyaron”.
*Con información de
José Antonio Móbil
Don Meno
había concluido la lectura, cuando entre
la muchedumbre apareció el poeta declamando un poema de su fructífera cosecha:
Y LLEGÓ
OCTUBRE LIBERTARIO…
Y llegó octubre libertario
con
sus lumbreras,
con sus teas, con
sus manojos de ocotes milenarios,
con su luz
y alegría y optimismo.
Y retoñó
la vida.
Y el
pueblo, mi pueblo, nuestro pueblo, el
pueblo de todos, hermanos míos,
despertó de su letargo, y le
nacieron,
en cada costado de su primaveral geografía,
milpas
fecundadas, de esperanzas y utopías.
Y
violines astrales y marimbas radiantes.
Vino,
pues, hermanos,
la música del
alba
a aplastar, a tanta
oscuridad que
nos subyugaba y se defecaba
en nuestra dignidad.
Y Manuel
Paz, Atanacio Tzul,
Lucas Aguilar, Manuel Tot,
Juan
Pueblo, y muchos otros,
¡Auténticos patriotas y adalides! lloraron
de júbilo ver por fin a la patria
libre, soberana e independiente,
porque la del 15 de septiembre de 1821,
es una de las
tantas farsas que arrastramos.
En los
surcos, los frutos lozanos,
entonaron la canción más esplendente
de amor y libertad,
y en cada
esquina, sonora de la patria,
proliferaron las sonrisas.
Y
entonces, solo entonces, hermanos míos, lo
sabemos de sobra: la patria fue, por primera vez,
libre, soberana e independiente.
¡Viva el
20 de Octubre!
Y los
aplausos no se hicieron esperar, pero algunas personas señalaron de loco al
poeta…
***
Jorge
Ubico Casteñeda gobernó durante 13 años, cuatro meses y 16 días de tiranía
militar y feudal del entonces partido gobernante: el Liberal Progresista.
Fue un
ejemplo eminente, pues por ser un joven aristócrata, ahijado del general
Barrios, de familia latifundista, no fue a la Academia pero pudo ascender como
oficial “de línea” al más alto puesto.
Pocos quizás se preguntan cómo fue posible
que un tirano del talante de Ubico renunciara a su cargo después de haberlo
detentado durante tanto tiempo, que -en una primera oportunidad-, fuera
“electo” y -en dos sucesivas-, “reelecto”. La tercera reelección, se le
frustró.
En cuanto a la chispa que encendió la
pradera, todo indica -espero no estar equivocado- que fue su inopinado
propósito de reelegirse por tercera vez para un mandato que habría de terminar
el 15 de marzo de 1949. Según se sabe, algunos de sus colaboradores y amigos, incluyendo
a su médico de cabecera, consideraban imprudente su propósito de reelegirse una
vez más a sabiendas que la situación y condiciones ya no eran propicias ni
favorables.
El dictador sintió que “la silla
presidencial se le empezaba a mover”. Al enterarse del Memorial de los 311
solicitándole que se restablecieran las garantías constitucionales suspendidas
en junio de 1944, se principió a tambalear. La manifestación del magisterio,
los estudiantes y obreros del 25 de junio de 1944, es violentamente reprimida y
asesinada la maestra María Chichilla. La del día siguiente, es una demostración
de generalizada y masiva indignación: la demanda que se expande y desespera al
dictador, es la petición de su renuncia. Y el asesinato del periodista y
político huehueteco Alejandro Córdova el 1 de octubre de ese mismo año, marca
el punto más alto del descontento social y popular en la capital,
En una situación así y, en esas
condiciones, el tirano se ve obligado a dimitir y, el 1 de julio de 1944,
“confía”, los asuntos de Estado a un triunvirato ubiquista compuesto por los
Generales Federico Ponce Vaides, Buenaventura Pineda y Eduardo Villagrán Ariza.
Reelegirse, prolongar el período
presidencial o tratar de perpetuarse en el poder termina -al fin de cuentas-,
con el derrocamiento hasta del más aparentemente insustituible gobernante o con
ínfulas de serlo.
El
descontento de los meses previos fue creciendo, los acontecimientos ocurridos
el 25 de junio de ese año, cuando una manifestación de maestros fue reprimida
por la policía de la dictadura, con saldo de heridos y la muerte de la maestra
María Chinchilla, sirvió para acumular fuerzas a favor del cambio.
-A
partir del mes de junio de 1944, la cosa se puso color de hormiga. El 1 de
julio de ese año renunció el "general de división" Jorge Ubico
Castañeda, quien realmente no era general de división, ni fue militar porque no
estudió en una academia militar ni tampoco en un cuartel, ni participó en una
guerra, y le sustituyó un triunvirato integrado por los generales Federico
Ponce Vaides, Buenaventura Pineda y Eduardo Villagrán Ariza. Lo que
conmemoramos hoy es el aniversario del levantamiento militar que,
posteriormente, la mayoría del pueblo apoyó con entusiasmo porque ya estaba
cansado de la larga dictadura de Ubico y rechazaba que el alcohólico general
Federico Ponce Vaides tratara de perpetuarse en el poder-, dijo tío Chema.
Y Juan
Huista, ya entonado, como suele decirse de una persona que evidencia haber
consumido licor más de la “cuenta”, pregunta:
-¿Y
quiénes eran esos jodidos generalitos?
-Eran de
los mismo-, respondió tío Chema.
El poeta
e historiador intervino: - Creo necesario aclarar que es un error creer que
ellos fueron "herederos políticos" de Ubico, porque lo que en
realidad ocurrió fue que los tres llegaron a visitarle al Palacio Nacional para
manifestarle su solidaridad y ponerse a sus órdenes, pero el dictador estaba
tan tenso y decepcionado porque hasta su amigo el doctor Wunderlich le hubiese
pedido la renuncia después de la muerte de la profesora María Chinchilla, el 25
de junio, que creyó que los generales que le estaban visitando iban a exigirle
eso mismo y cuando entraron a su despacho les gritó: "¡Ya sé a qué vienen! ¿Lo que quieren es
mi renuncia, verdad? ¡Pues aquí está esa mierda!" y les lanzó a la cara un
papel en el que estaba escrita a máquina y firmada su renuncia. Los generales
iban a aclararle que ese no era el propósito de su visita, pero se los impidió
uno de los secretarios de Ubico, de apellido Melgar, y creyó que si esos
militares ignorantes asumían el poder, él sería quien iba a gobernar, y ya no
dijeron nada.
Pocos
días después, Ponce Vaides se sacudió a los otros dos generales y se adueñó del
mando e hizo que los diputados del partido oficial, el Liberal Progresista le
nombraran Presidente Provisorio, en un acto por demás funesto y vergonzoso en
el Congreso, al que hizo invadir por soldados y policías al mando del jefe de
la Policía de Hacienda, coronel Alfredo Castañeda. El único diputado que se
opuso a su nombramiento fue el ex telegrafista huehueteco Alejandro Córdova, quien era el
director del periódico vespertino El Imparcial, pero esa misma noche fue
asesinado a balazos frente a su residencia por sicarios del gobierno.
El
general Federico Ponce Vaides llegó al hemiciclo del Congreso Nacional para ser
nombrado presidente provisorio por los diputados serviles del partido Liberal
Progresista.
Leyó su
mensaje ante los presidentes de los poderes Judicial y Legislativo y de los
obedientes y rastreros diputados liberales el 15 de septiembre con la idea de
permanecer indefinidamente en el poder y gobernar Guatemala con la
característica mano dura militar. El acto se celebró a puerta cerrada y para
respaldarlo durante tan infame farsa ingresó al recinto legislativo un contingente
de soldados al mando del coronel Alfredo Castañeda y una compañía de Cadetes de
la Escuela Politécnica al mando del capitán Jacobo Árbenz Guzmán, quien al
darse cuenta de esa situación pidió su baja para conspirar contra el gobierno
espurio de Ponce Vaides. Miren pues amigos cómo Árbenz sí era un auténtico
patriota.
-Es
cierto lo que dice. Para esos días, el capitán Jacobo Árbenz Guzmán todavía
estaba de alta como oficial en la Escuela Politécnica, y le disgustó tanto ver
aquella dantesca escena en el Congreso de la República que pidió su baja del
Ejército y a partir de ese día se dedicó a conspirar para derrocar al régimen
espurio del general Ponce Vaides, para lo cual se juntó con uno de sus más
íntimos amigos con quien jugaba polo, Jorge Toriello Garrido. Pocos días más
tarde, ambos se reunieron con el teniente coronel Carlos Aldana Sandoval, por
entonces Jefe de la Sección Motorizada del cuartel Guardia de Honor, quien a su
vez habló con su subalterno el Jefe de los Tanques de Guerra, el mayor "de
línea" (no graduado en la Escuela Politécnica) Francisco Javier Arana,
para que se uniera al complot. Pero si el teniente coronel Aldana Sandoval, no
se hubiese ido a esconder a Asunción Mita porque le perseguía la Policía
Secreta, él habría sido miembro de la Junta Revolucionaria de Gobierno y no el
mayor Francisco Javier Arana.
***
La Junta
Revolucionaria introdujo modificaciones inmediatas: cambio de leyes,
universidad nacional y autónoma, nueva Constitución y elecciones generales. El
primer gobierno de la Revolución, dirigido por el doctor Juan José Arévalo Bermejo, se hizo cargo de los cambios
profundos en la educación, las
relaciones de trabajo, política internacional, salud y seguridad social. Pronto
fue sometido, sin embargo, a las presiones del imperio expresadas en numerosos
intentos de golpe de Estado, la batalla ideológica “anticomunista” de la
Iglesia Católica y la resistencia de los grandes ricos y empresas
estadounidenses que monopolizaban la producción bananera, la energía eléctrica
y los ferrocarriles y los puertos. En 1950 se eligió al segundo gobierno de la
Revolución, bajo la conducción del coronel Juan Jacobo Árbenz Guzmán, el
“Soldado del Pueblo”, líder de la gesta y Ministro de la Defensa. Su proyecto
de gobierno fue claro: la carretera al
Atlántico para romper el monopolio de la IRCA, una hidroeléctrica para
restringir el poder de la Empresa Eléctrica y la Reforma Agraria, para pasar de
relaciones feudales de producción a relaciones capitalistas de tenencia y uso
de la tierra. Era la medida clave para la transformación revolucionaria del
país y el desarrollo basado en la agroindustria. Y esa fue la gota que llevó a
Washington a dejar de pensar en ineficientes golpes de Estado y lanzarse a una
intervención directa. En 1954, esta intervención, dirigida en el terreno
militar por la CIA y en el terreno político por los Dulles, Eisenhower y Nixon,
cortó nuestra “Primavera Democrática”, interrumpió la Revolución y nos
convirtió en el “país de la eterna represión”…
***
En
El Huisteco, página 7, se publicó la siguiente nota: “Luego del triunfo
revolucionario florecieron los diez años de la “primavera democrática”, en ese
corto tiempo, se alternaron el ejercicio del poder político, primero una Junta
Revolucionaria cívico militar integrada por los coroneles Francisco Javier
Arana y Jacobo Árbenz Guzmán, acompañados por el ciudadano Jorge Toriello
Garrido. El triunvirato revolucionario sentó las bases para construir e
institucionalizar la revolución democrática, convocar a una Asamblea Nacional
Constituyente que redactó una nueva Constitución Política, crear instituciones y
convocar a elecciones libres.
En
las elecciones realizadas el doctor Juan José Arévalo Bermejo fue elegido
Presidente, a él se deben ejecutorias positivas en la educación, la cultura, la
economía, la política, los derechos individuales y sociales. Se promulgó el
Código de Trabajo, se creó el Seguro Social, se construyeron escuelas de
educación primaria y de segunda enseñanza, se promovieron instituciones
artísticas y académicas, se fundó la Facultad de Humanidades de la Universidad
de San Carlos, museos y escuelas de artes, en fin, el primer Gobierno de la
Revolución, empujó cambios que intentaron modificar las condiciones
estructurales injustas, desiguales, excluyentes y discriminatorias de aquellos
años.
El
segundo Gobierno revolucionario presidido por Juan Jacobo Árbenz Guzmán,
profundizó políticas revolucionarias e impulsó cambios estructurales para
romper viejos esquemas, sobre todo, los que prevalecían en la base de las
relaciones sociales de producción. Propuso desarrollar un capitalismo moderno,
basado en la recuperación de miles de hectáreas de tierra en manos de compañías
privadas estadounidenses, en quebrar los monopolios norteamericanos de la
electricidad, las comunicaciones, el ferrocarril y en entregar tierra a los
campesinos. Se promulgó el Decreto 900, Ley de Reforma Agraria, se expropiaron
tierras en posesión de la compañía frutera estadounidense, se inició la
construcción de la hidroeléctrica Jurún Marinalá y de la carretera al
Atlántico. El presidente Árbenz, mantuvo una postura nacionalista defendiendo
los recursos naturales, la dignidad, la libre determinación y soberanía
nacional.
Las
decisiones del Gobierno de Árbenz afectaron intereses norteamericanos, disgustaron
al Gobierno del país del Norte que acusó a Árbenz de “comunista”, prejuicio que
usaron para urdir una conspiración en contra del Gobierno guatemalteco. El
proyecto revolucionario de 1944 tuvo una efímera pero productiva vida, fue
interrumpido en 1954 luego que el Gobierno estadounidense organizó, financió y
dirigió una invasión mercenaria para derrocar al Gobierno democrático del
coronel Árbenz”.
***
En este
contexto, el primer gobierno de la Revolución se caracterizó por importantes
avances; se suprimió la ley de vagancia y todas las formas de trabajo forzado;
se creó el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social; se promulgó el Código
del Trabajo, que reconoce salario mínimo, contratos obligatorios, igual pago
por igual trabajo, derecho a la seguridad social, derecho de huelga y de formar
sindicatos. El gobierno destinó 1/3 de los gastos estatales a una ambiciosa
inversión social; legalizó los partidos políticos y amplió las libertades de
expresión, prensa, etc. Asimismo, se dio un fuerte impulso a la literatura, el
deporte, el arte, la construcción de infraestructura cultural, por ejemplo, la
construcción del edificio actual de la Biblioteca Nacional que lleva el nombre
del ilustre Luis Cardoza y Aragón. Guatemala pues, es renovada, como dice el poeta
Juan de Dios Hidalgo.
¿Qué
gobernantes han emulado a los ex presidentes Juan José Arévalo Bermejo y Jacobo
Árbenz Guzmán? Las conquistas logradas en los diez años que representaron un
salto histórico en la vida política, económica, social y cultural del país, son
diversas.
La ley
de Reforma Agraria de 1952 sancionó la expropiación de tierras ociosas en
terrenos de más de 223 acres y se acompaña de la creación del Departamento
Agrario Nacional y el Banco Nacional Agrario, encargados de facilitar créditos
y asistencia técnica a los nuevos propietarios. En dos años, la Reforma Agraria
otorga 1002 fincas y 1.901.073 hectáreas para 100.000 familias. Y el Banco
Nacional Agrario “concede 11.881.432 quetzales en créditos”, según afirma su
fundador y primer presidente, Alfonso
Bauer Paiz: Crece rápidamente el mercado interno. De la noche a la mañana los
niveles de vida en el campo aumentan, los empleados adquieren máquinas de
coser, radios, refrigeradoras eléctricas y de gas y otros artículos para su
comodidad familiar. Por supuesto, todos los comerciantes están satisfechos
porque se les abren insospechadas posibilidades de venta en todo el país.
“Los
guatemaltecos que conocíamos nuestro pasado y habíamos vivido parte de él, nos
sentimos en un país distinto, dijo el “Padre del Teatro Guatemalteco”, Manuel
Galich. En un país que se había colocado, de la noche a la mañana, como si
fuera dueño de la máquina del tiempo, en pleno siglo XX, después de haber
vivido en los más tenebrosos, hasta la misma víspera”.
Guatemala ha sido libre, soberana e
independiente, durante 10 años, los 10 años de primavera, de 1944 a 1954.
Hablar de soberanía antes y después, es una utopía. Tristemente, en pocos
centros educativos se escudriña esta parte gloriosa de nuestra historia patria.
-La
gesta revolucionaria de 1944 es el evento más significativo de la historia de
Guatemala, que no fue solamente el levantamiento armado del 20 de Octubre, sino
que tuvo precedentes concretos –luchas en la Universidad de San Carlos en mayo
y junio; manifestaciones populares en las calles; y pronunciamientos
importantes ante hechos impactantes, como los asesinatos de María Chinchilla y
Alejandro Córdova– y todo un desarrollo a lo largo de diez años durante los
gobiernos democráticos de Juan José Arévalo y Jacobo Árbenz Guzmán. Sectores
importantes de la sociedad guatemalteca, clase trabajadora y capas medias,
habían llegado a la frustración total con el gobierno dictatorial que había
mantenido el general Jorge Ubico Castañeda y estaba en agosto en manos de
Enrique Ponce Vaides- dijo tío Chema, casi gritando.
***
La
celebración concluyó hasta la medianoche. Y tío Chema, Juan de Dios, John,
Pedro Ixim y Juan Huista regresaron haciendo ochos a casa, de tan borrachos.
¡Viva
Árbenz!
¡Viva
Arévalo!
¡Viva la
Revolución de Octubre!
Se oía
aún, a pesar de la hora y de la
distancia.
FUENTE: Huista: Un
viaje a través del tiempo. Elder Exvedi Morales Mérida. 20 de octubre de 1995