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EL ITACAYO
EL ITACAYO
Fuente: Huista: Un viaje a
través del tiempo. Elder Exvedi Morales Mérida. 1994
A las cinco de la tarde, apareció Enésimo con sus dos
perros y sus presas que consistían un garrobo, dos conejos y un tepezcuintle.
Saludó.
Al rato, tío Chema le interrogó: ¿Pediste permiso para
matar animalitos Enésimo?
A lo cual el cuestionado respondió: No tío Chema.
Tené cuidado-continuó tío Chema- que te puede asustar
el Itacayo.
A mí, ese tal Itacayo no me arrala, no me asusta.
Y John, con mucha curiosidad preguntó: ¿Qué es ese tal
Itacayo?
Fue tío Chema quien le respondió: Este personaje, mito
antiguo, se le aparece a las personas que depredan los bosques y matan a sus
animales. Es un individuo de mediana
estatura, con el cuerpo cubierto de vellos, parecido a un mono y con la
peculiaridad característica de tener los pies hacia atrás. Este homínido
sobrenatural es el dueño de los animales, de las montañas y de los ríos. No cualquiera sobrevive la aparición del
Itacayo, como sucedió con Pascual
Ixcanal. Una noche lluviosa, cuando yo regresaba de aquí, de Mampil, Pedro Ixim
y Mateo Ixcoy me preguntaron si había visto las huellas del Itacayo en el lodo.
Y yo les dije que no. Ellos vinieron a cazar tepezcuintles. El reloj marcaba
las 11:30 de la noche. Pascual, al ver
al primer tepezcuintle le disparó con la escopeta y lo mató. Y llegó el segundo
y el tercero y no falló ningún tiro.
“Hoy sí nos armamos vos Pedro Ixim, porque nos lo van
a comprar a buen precio”, dijo Pascual.
Recogiendo los
tepezcuintles muertos estaban cuando
escucharon pasos. Pascual encendió un manojo de ocotes cuando de pronto, de una
cueva apareció el Itacayo y les reclamó:
“Ustedes cazan para venderlos y no para comer. Así que los animales se quedan
aquí, porque los tienen que devolver”. “Pero si ya están muertos”, respondió
Pascual horrorizado. “No importa, ¡démenlos ya! Ordenó el hombre peludo.
Pascual los puso en el suelo y los tepezcuintles revivieron y salieron
corriendo. “No quiero volverlos a ver aquí”, le ordenó el Itacayo.
Pascual estuvo en cama durante días, y por más que lo
curaron de susto, se puso tan flaco, como un chirivisco, y murió.
Fuente: Huista: Un viaje a
través del tiempo. Elder Exvedi Morales Mérida. 1994
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